Es normal, decía el más viejo de los ancianos que debatían sentados a la sombra del árbol, que ya había sido testigo infinidad de veces de la misma conversación con los padres, abuelos y bisabuelos de los que ahora intentaban descifrar las claves del éxito en la vida. Casi todos coincidían en que tener dinero otorgaba respeto, una vida con menos sobresaltos, y muchos falsos amigos. En lo que ya no parecían llegar a un acuerdo era en la definición del éxito: una cuenta en el banco con siete dígitos, haber dejado tu impronta en la vida, alcanzar tus sueños, conseguir que los hijos superasen a los padres... Llegados a este último punto, convinieron que el apellido facilitaba mucho el camino; Rodríguez frente a otro precedido de un "de", determinaba, sin duda alguna, un camino con menos cimas que escalar. Y entonces, Pedro, el más joven de los que bajo el centenario roble arreglaban el mundo dijo: "El súmmum sería apellidarse Triunfo y haberlo conseguido".

Por paradójico que pueda parecer el apellido Trump significa triunfo. Confío en que nuestros políticos elijan el significado de esta palabra que implica haber dejado tu impronta en la vida por un noble objetivo.