En Galicia vemos dos cocinas, la de la costa e interior, esta última es muy grasienta y rica en colesterol. Pensemos en el cocido gallego. La de la costa está asociada a la dieta del Atlántico, por sus pescados y mariscos. Además estas siempre se rematan con cafeína, alcohol y nicotina, como dijo un día el escritor Josep Plat.

En la cocina gallega la mujer siempre juega un papel muy importante, a pesar de ver en los fogones a más hombres que mujeres.

La gallega cocina muy bien y contentar a su marido con un buen plato lo ven como un placer, además utilizan condimentos exóticos. En Galicia la cocina y el sexo siempre van juntos de la mano. No se podrá pensar, ni amar, ni dormir, si no se come bien. Esta expresión corresponde a Virginia Wolf y ahora comprendemos el buen hacer de la gallega en su cocina.

Pero hoy las mujeres tienen un gran problema. Cuando quieren comprar prendas no encuentran su talla y adivinamos sus frustracciones. Creemos que la causa es simple, sus cuerpos han cambiado en los últimos años, pues son más pesadas, más altas y muy diferentes. Esto se debe a las grasas, colhidratos, azúcares y al tiempo que pasan colgadas al ordenador, con menos movimientos funcionales.

El que acompañe a una mujer a una tienda de modas se dará perfectamente cuenta por los carallos y chispas que salen del probador, pues tendrá que devolver las prendas al colgador. La cocina y las tallas no se llevan muy bien.