¿Pagar o no pagar impuestos? Esta es la pregunta que se hacen los ricos. Ellos disponen de conocimientos sobre el dinero acumulado a lo largo de toda su vida y de una cohorte de abogados y contables ansiosos de servirles por el vil metal. En esta situación, no es de extrañar la recursiva tendencia de los ricos a eludir, cuando les resulta posible, el abrazo de Hacienda; como hemos visto en el reciente episodio de los papeles de Panamá.

¿Cómo puede combatirse esto? ¿Con más controles fiscales? Eso complicaría el control sobre las grandes fortunas y les permitirá ocultar sus desfalcos entre el creciente papeleo burocrático. Mucho mejor sería hacerles ver a los ricos que sus impuestos se dedican a cosas útiles -con una adecuada gestión de recursos- y que estos pueden proporcionarles beneficios a la larga. Porque ahora nuestro dinero parece que solo se despilfarra en políticos insaciables de riquezas, en autonomías inútiles o en medidas de gasto que al final solo significan más impuestos para hacer lo mismo, o peor si cabe.