Visto el numerito que están montando troskistas, pablistas y demás "istas" instalados en las filas de Podemos, ya nadie puede dudar de la naturaleza de esta organización ni de sus intenciones totalitaristas (tranquilidad que nadie levantará la voz). Sin embargo, al margen de las puñaladas traperas que se den entre ellos, que en nada afectará a la sumisión incondicional de sus votantes, no es menos cierto que los que desde un primer momento nos temíamos lo peor, ahora lo vemos cada vez más negro y, a la vez, más claro.

Después de la condena a la portavoz del Ayuntamiento de Madrid por el asalto a la capilla de la Complutense, el referido consistorio de la capital dio una rueda de prensa y la alcaldesa llegó a afirmar, sin pestañear, que los jueces no están en disposición de condenar a nadie por ejercer su "libertad de expresión" en una "protesta pacífica".

Lo más grande es que la tal Rita Maestre (que dijo que dimitiría si era condenada, ahora ya no) lamenta que se haya ofendido alguien por la "performance" que se organizó en la capilla. Es decir, entrar en plena celebración eucarística, en pelota picada, morrear en el altar, y proferir amenazas tipo "arderéis como en el 36" y otras ordinarieces de marca mayor, es una "protesta pacífica" y nunca tuvieron la intención de ofender a nadie. Entonces, ¿cuál era la intención, si no la de ofender? ¿Qué habrían hecho con intención de ofender? ¿Cumplir con su proclama de hacer arder a los cristianos como en el 36? ¿O eso tampoco se considera ofensivo? Lo peor no es que haya voces en Podemos que dicen que no pasa nada por llevar a cabo este tipo de acciones (a ellos no les pasa nada, claro), sino que hay medios de comunicación que hablan de "protesta" en lugar de "asalto" o "ataque" (que sería lo más apropiado).

El problema de todo esto es que hay un concepto muy utilizado en términos lingüísticos, pero poco practicado por parte de ciertos sectores, llamado tolerancia. Es decir, todos tenemos que tolerar sin rechistar todo lo que hagan o digan los radicales de izquierda, pero ellos no están dispuestos a tolerar nada que no sea lo que ellos hagan, digan o piensen. Para ellos, la tolerancia la tenemos que ejercer los demás. Ellos, jamás, con nada ni con nadie.

Nos ha quedado claro.