Hemos visto en las últimas semanas cómo las acciones de las plataformas de afectados por las preferentes tienen cada vez más repercusión, llegando hasta el Parlamento Europeo. Si bien es a nivel local donde el impacto mediático está siendo mayor, elevando las protestas hasta los plenos de los ayuntamientos e imposibilitando la ejecución de los mismos en algunos casos. Ante estos hechos, hemos escuchado a dirigentes del Partido Popular decir que "la culpa no es nuestra" o que "no somos los responsables".

Es cierto que no son quienes han tomado la decisión concreta que dio lugar a las preferentes y subordinadas. Sin embargo, parece que obvian algo importante: su militancia o, al menos pertenencia, al partido político. ¿Acaso no comparten la visión de su partido? ¿No están alineados con las directrices que estructuras organizativas rancias como la del Partido Popular (y también Partido Socialista) lanzan desde arriba? ¿No suman en las estadísticas a la hora de contar el número de alcaldes de uno u otro color? ¿No potencia esto el poder a otros niveles, como el estatal? ¿No son usados estos números para justificar la supuesta confianza tras unas elecciones? Por tanto, sí, son responsables. Y si no asumen esta responsabilidad, lo que deberían hacer es abandonar el partido y fundar uno nuevo si su deseo es continuar en política.

Pero el problema es de fondo, sistémico. Es esta evolución del capitalismo que llaman neoliberalismo, que pone a las personas al servicio del capital y no al revés. Este sistema que basa la economía en la especulación, y no solo la urbanística. Especulación financiera, en los famosos "mercados", dónde ya no existe equivalencia entre el valor del dinero y el mundo real; el de las personas, donde se consumen bienes y servicios tangibles, y no productos financieros. Especulación en las grandes superficies comerciales, cuyos beneficios provienen de retrasar el pago a proveedores y así invertir la liquidez obtenida por las ventas. Especulación democrática, tan presente también últimamente al acceder exmandarios a puestos de alta dirección en empresas previamente privatizadas.

En fin, se trata de un mundo degenerado, neoliberal, donde el problema de las preferentes es solo la punta del iceberg.

Mientras no se produzca un giro radical en las políticas actuales, mientras la especulación pese más que la realidad, seguiremos en crisis.

Y los responsables son todos los que, pudiendo elegir, participan directa o indirectamente en el sistema. Por tanto, otra vez, sí, son responsables.