Así titula su artículo doña Carmen Villar de Barcelona el primer día de este nuevo año 2012. "No querer envejecer procura infidelidad", y sin embargo cuando llega el día de "uno más" lo celebramos felices cuando cantamos o nos cantan "Feliz, feliz en tu día…" y nos dan o nos damos los regalos a los que obliga el día.

No todos somos infelices, sabemos que la muerte llega pero una fe esperanzadora… hace decir a alguno de mis viejos vecinos con esa "sorna" característica gallega, "pois cando chegue chegou", como un reto. No nos "eche a todos", Sra. Villar, esa pena perenne.

Algunos, no todos, dejan indiferentes que el tiempo pase y lo disfrutan, siendo incluso mayores que yo, 98 años, bailando en sus muchas fiestas una muiñeira con más gracia que los jóvenes, cuidando de sus animales y sobre todo sus viñas, que les darán dinero… Sí que hay enfermos inválidos para los que los años pasan demasiado lentos para ellos, infelices, sí. Sí lo deben ser esas mujeres y mucho que ineptos matarifes rellenaron sus mamas como si de un estercolero se tratara.

Vayan, si quieren rejuvenecerse, a nuestros médicos reconocidos mundialmente, alguno que les quitarán de aquí o les pondrán allá; pero de cualquier manera piensen que la ley de la gravedad no perdona y que igual que la manzana que cayó sobre el sabio pasará a todos.

Yo, como "alguno" de mis vecinos, de mis viejiños vecinos, somos felices.

¿Raro, señora Villar?, pero aquí, en este bellísimo trocito de Galicia "haberlos hailos".

Yo me iré como mis vecinos dicen: ¡Chegou! Pero aviso a esos valientes astronautas que quieren llegar a la Luna y hacerle un agujero… ¡que no me toquen la estrella que tengo reservada!