Gravoso es nuestro patrimonio político nacional, más gravoso que la carga impositiva que tenemos que soportar los ciudadanos abrasados a impuestos que cercenan nuestra capacidad de consumo retroalimentando la crisis.

Y es que al igual que conservamos nuestro patrimonio nacional deberíamos conservar a esta casta de políticos que en pleno naufragio se preocupan de todo menos de los pasajeros que viajamos en este buque a la deriva que ya no es solo España, ni Europa, sino que parece el mundo entero.

Quizás la momificación que antaño hacían los egipcios a sus faraones fuera una buena opción, pero sería una lamentable pérdida desperdiciar tanto cerebro, por eso quizás lo mejor sea conservar estos cerebros para el estudio de la ciencia y buscar a ver si tienen alguna que otra hendidura como la del cerebro de Einstein que justifique la esperpéntica situación de nuestra política.

Y es que la resurrección del impuesto de patrimonio nos está dejando un espectáculo político que nos abstrae de la triste realidad de ver cómo nuestro país se asoma a un despeñadero por el que se ha sumido una Grecia que es sostenida por las cadenas que la unen a el resto de Europa, una Europa que duda entre si cortar eslabones o reforzar la cadena con emisiones de eurobonos.

Porque lo importante no es pagarle a las farmacéuticas o farmacias para que suministren medicamentos a los hospitales, lo importante ahora es la romería del impuesto del patrimonio en donde podemos ver como nuestro gobierno rescata un impuesto que quizás nunca se debería de haber eliminado, pero que más bien debería de haberse aplicado a rentas improductivas como se hace en países como India y que podía haberse utilizado para limitar el coleccionismo de viviendas que tan graves consecuencias nos ha acarreado.

Pero una vez rescatado, es lamentable que los ministros se contradigan públicamente diciendo uno que las comunidades autónomas que no lo apliquen no serán compensadas para luego ser rectificado por otra que nos dice que sí lo serán, mientras que en comunidades donde se recorta en sanidad, educación o se paga a las farmacias o farmacéuticas cuando viene en gana deciden no aplicar el impuesto, echando un pulso al Gobierno y dando una pésima imagen de nuestro país ante nuestros amos los mercados a los cuales debemos de rendir pleitesía desde que se han colado en nuestra Constitución para decirnos que si seguimos siendo pródigos seremos incapacitados.