He leído las declaraciones del Diputado del BNG, Bieito Lobeira Domínguez sobre las conclusiones de la jueza de Corcubión en referencia al caso Prestige.

Al respecto, el mencionado señor concluye que algo “cheira mal” en el fallo, pues el marido de la jueza fue edil del PP lo que, automáticamente, condiciona el análisis intelectual y profesional de la funcionaria. Como si las cosas de pareja fueran así: “El marido toma vino y ella se emborracha” o lo que es peor: “El marido se afilia a un partido político y ella le consulta por quién debe votar”.

Resulta obvio que al disconforme no le place el resultado de las conclusiones y por ello, no tiene reparo en sacar a la luz su lado más fascista y retrógrado. Lo primero, por cuanto descalifica la actuación de una jueza nombrada conforme a derecho, en base a la sospecha más caprichosa, la que no tiene fundamento legal sino que sólo contradice su fino olfato de difamador. Lo segundo, porque tira sobre la funcionaria la sospecha de no ser capaz ella misma de tener criterio propio, sino el estar subordinada a lo que desee su esposo (ex edil del PP). O sea, la mujer en el estado más sometido que se la pueda imaginar, sin luces propias para razonar, para fundar un dictamen jurídico sin apuntador y sin personalidad para diferenciarse de su consorte.

Dicha actitud discriminatoria, bastante frecuente por cierto, debe ser desterrada de nuestra vida de relación, pero en boca de un legislador que pertenece a un partido político que ha hecho de la igualdad su bandera política, resulta inaceptable. Tan inaceptable como el silencio cómplice de sus socios de gobierno que han elevado a ministerio los paradigmas de la igualdad de género. ¿Dónde queda la tolerancia “cero” para esta clase de políticos? ¿Nada tienen que decir los colectivos feministas como “Alecrín”, entre otros? ¿Qué opina el vicepresidente (en funciones) de Igualdade e do Benestar de un legislador que representa a su partido? ¿Y la ministra de la Igualdad? ¿Para qué gastan miles de euros las Consellerías de los Ayuntamientos en elaborar ayudas lingüísticas que eliminen la discriminación, como galegos/as; nenos/as; cativos/as, mozos/as, traballadores/as y así un infinito glosario de palabras con los que nuestros políticos mediocres pretenden adular a los diversos colectivos sin caer en la discriminación cuando en la primera ocasión le echan un cubo de excremento a la igualdad?

Señor Bieito Lobeira, debería pedir una urgente excedencia y dedicarse a estudiar el contenido de Educación para la Democracia, que, sospecho, la ha suspendido en la vida y en su partido ni siquiera se la han programado.

Ni la jueza ni ninguna mujer deberá pedir perdón a usted por opinar lo que cree que es conforme a derecho; es usted el que debe pedir perdón a todas las mujeres que actúan con independencia de las opiniones de sus parejas y, por encima, deben soportar las insidiosas manifestaciones de machistas que, como usted, no soportan la siempre bienvenida igualdad.