Un pez luna de media tonelada (más o menos) no se ve usualmente en el Cantábrico. "De hecho nunca vi un bicho de esa envergadura. Es más, nunca oí contar que se hubiera pescado uno del tamaño del que sacamos el miércoles pasado". El que habla es Manuel Chedas, que es el patrón del "Travesáu", un arrastrero que anda a la pareja con el "Travesía" por aguas cercanas a Avilés. Al pez luna lo capturaron, concretamente, cerca del cabo Peñas. El "Travesáu" y el "Travesía" extienden un cabo y, en él, una red en la que caen, normalmente, las bacaladillas que se venden todos los días en la rula de Avilés.

El pez luna ("Mola mola" es su nombre científico) nada en las aguas del piélago, es decir, casi en la superficie del mar, "en uno de los bordes del cañón de Avilés", explica Chedas. "Capturamos otras veces otros peces luna, pero mucho más pequeños: de veinte o treinta kilos; nunca uno como el del miércoles pasado", confiesa Chedas. Sin embargo, en aguas del Pacífico el "mola mola" puede alcanzar la tonelada de peso. "No se suele comer, por eso lo devolvimos vivo a la mar", explica Chedas. Antes, sin embargo, dejaron constancia documental de una captura tan extraordinaria.

El "Mola mola" tiene sangre caliente -como los mamíferos o los pájaros- y eso supone que el animal puede adaptarse a todo tipo de hábitats: las aguas frías del Atlántico o las del Caribe. Otra de las características de estos animales es que son los peces óseos mas grandes que existen. Flotan de costado en la superficie del agua y no representan peligro alguno ni para buzos ni para pescadores, pese a los tamaños que pueden alcanzar: casi como dos toros de lidia. Los trabajadores, tras devolver el animal a las aguas de Peñas, siguieron pescando las bacaladillas como todos los días. A eso se dedican, en un mar que esconde todavía muchos misterios.