El placer es el dolor y el dolor es el placer, podría decir el Orwell de “1984”. La máxima vale para el Cronenberg de “Crímenes del futuro”, una película en la que reincide en los temas que arrastra desde hace medio siglo y cuyo telón de fondo es el interés por saber qué nos hace humanos y hasta qué punto lo seguimos siendo cuando evolucionamos.

Las obras que Cronenberg también firma como guionista se nutren de obsesiones añejas, pese a que los acabados puedan variar. En “Crímenes del futuro” el terror de serie B arrastra cierta atmósfera plomiza y un regusto al “Brazil” de Terry Gilliam. El resultado es casi un “remake de sí mismo” y da igual si donde decía carne ahora dice cirugía para aludir al “nuevo sexo” en un mundo donde el dolor ya no es frontera y la cuestión es sentir algo. Otra vez recurre a la complicidad de engranajes orgánicos que amplifican los cuerpos, aunque lo que un día fue metal ahora es plástico por una cuestión de sostenibilidad ecológica. 

“Crímenes del futuro”, un territorio donde lo aséptico, lo blanco, lo frío, lo funcional, queda exiliado, es la esencia de un Cronenberg hiperbólico. Por doquier destila la imaginería que lo caracteriza y que no resulta apta, por su visceralidad, en el sentido literal de la palabra, para todos los estómagos. Lo hace de nuevo con la complicidad central de un actor de la casa, Viggo Mortensen, trasunto del propio autor cuando reflexiona qué significa crear y qué es lo que distingue el arte verdadero de los falsos profetas. En torno a él orbitan Léa Seydoux, en tándem cocreador, y Kristen Stewart, en el rol del espectador fascinado.

Pese a que mutemos, seguimos siendo humanos. La obra de Cronenberg también lo hace, pero sigue siendo Cronenberg.

FICHA TÉCNICA

Director y guionista: David Cronenberg

Reparto: Viggo Mortensen, Léa Seydoux y Kristen Stewart