Hablamos con un capitán del grupo Mi capitán, algo así como la cara B de las bandas indie en español, que desembarcará este sábado día 7 en la terraza del Auditorio do Mar (20.30 horas, entrada gratuita previa recogida hoy de invitación en la taquilla), para despedir el verano en Vigo. Gonçal Planas es el vocalista y compositor de esta agrupación barcelonesa que se nutre de miembros de Standstill, Egon Soda y Love of Lesbian. Precisamente, Planas es el 'tourmanager' de Love of Lesbian y reúne en esa aventura que ya va por su segundo disco a Ricky Falkner (batería, productor de varios grupos e Iván Ferreiro), Julián Saldarriaga (guitarra, Love of Lesbian), Ferran Pontón (bajo, Egon Soda), Ricky Lavado (percusión, Standstill, Nudozurdo y The Secret Society), Dani Ferrer (teclados, Love of Lesbian) y Victor Valiente (guitarra, Standstill y Sidonie).
- ¿Un fin de verano con la lengua fuera?
-Este para nosotros era un año de transición hacia el nuevo disco. Realmente sacamos el segundo en octubre de 2017 y el año pasado fue sobre todo cuando tocamos. En 2019 hemos actuado en salas, pero la idea era dejarlo más en barbecho para empezar a trabajar con material nuevo.
- Como compositor de la banda, habrás estado a tope.
-Tampoco lo soy al 100%, porque en el primer disco hay una canción de Julián Saldarriaga. Pero digamos que de lo entregado al público hasta ahora, el 95 % es mío. Y en ese nuevo disco, la idea es abrir las puertas a los otros compositores que hay en la banda. Contamos con Julián, y con Ferrán Pontón, que cuentan con un talento nada despreciable. Ferrán es el bajista de Mi Capitán pero es el guitarrista y compositor de Egon Soda [actúa hoy en el Festival de La Luz].
-¿Para cuándo ese tercer disco y con qué sonido?
-Vamos a grabar en abril del año que viene y estamos trabajando en las diferentes paletas de colores que tiene este grupo. Cuando se formó la banda no había ningún tipo de directriz, ni de expectativa; ninguna norma más que hacer lo que nos viniera en gana. Eso es lo que estamos intentando. Ahora, que somos hiper conscientes de nuestra realidad y de nuestro lugar en el mundo, después de dos discos que nos han dado para pasar por muchas salas, hablar con el público va a hacer dos veranos de festivales€
- Algo habrá cambiado.
-Hemos cambiado de discográfica, trabajamos con gente que por fin entiende lo que queremos y todo es mucho más agradable.
-Hay temas muy rockeros, momentos de gamberrismo old school,
-Somos una banda de rock y en ese abanico infinito de posibilidades, tratamos de encajar los ingredientes, las posibilidades y los límites. En realidad, la parte musical es la que menos me preocupa porque siempre ha sido la más fácil de crear.
-Se habla de la vertiente política de vuestras letras. ¿Ya habéis pensado título?
-Llevo días pensando en el título del nuevo disco, pero después de "Un tiro por la salud del imperio" me quedado sin bravuconadas (Risas). Es un grupo que no se corta, formado por gente que no tiene complejos y no le debe nada a nadie. Se convirtió en parte de la industria porque la industria quiso.
-¿Sigues siendo 'tourmanager' de Love of Lesbian?
-Lo que más me gusta en el mundo es estar en el escenario como cantante y lo segundo ser 'tourmanager'. Si encima tengo la suerte de trabajar con Love of Lesbian y con un equipo humano maravilloso como ellos, no me planteo un cambio.
-Habéis estado recientemente por San Vicente y vuelves a Vigo. Ahora que nadie nos oye, ¿os parece Galicia esa última 'aldea gala'?
-Quizás a las élites les interese convertir la periferia, ya sea Cataluña, Andalucía o Galicia en una maldición. La nuestra es que somos catalanes ya de por sí... Solo lo hace falta viajar una vez a Galicia para quedarse prendado de ella. Te diría que Iván Ferreiro y Amaro son de las personas con las que tengo una cercanía y una compatibilidad en el campo de la música -en aquello en lo que compartimos código- que no me pasa con otra gente, aunque viajo lo mismo a otras comunidades. Hay algo muy mágico y muy potente ahí. También hay cierta locura insana que os convierte en seres imbatibles: a veces tengo la sensación de que cuando habláis entre vosotros van a saltar chispas y lo digo con todo el cariño. Me parece que es la última aldea gala de manera figurada también. No está explotada, el alimento sigue siendo espectacular... Si el precio a pagar es ese, yo lo compro.
-¿ Y Cataluña?
-Nosotros estamos masificados. El turismo nos come. Las noticias sobre la violencia son continuas, no sé si sirve de algo la supermodernidad. Todos los que aspiramos a esto hace 20 años, cuando en Barcelona pensábamos que estábamos a punto de ser la polla con el "Primavera Sound" o el "Sonar" estamos igual ahora. Yo me levanto igual, todo cuesta mucho más caro y hay mucha más gente en la calle que yo no conozco.
- Lograste trabajar en un nuevo proyecto con tus jefes entre comillas, que ahora son tus compañeros.
-Y sin comillas.
- ¿Fue un sueño cumplido? ?
-Por supuesto. Hay muchísimos grupos involucrados. No solo los que más se ven y muchas veces hay que cambiar agendas. El grupo no puede tocar siempre con los siete miembros originales; esto es un incambiable. Pero la suerte de tener que llevar tantos años en el negocio de la música es que si no puede venir Ricky viene Loza, que es el batería de Sex Museum o el de Corizonas y lo hace increíble. Y si no, viene Pablo Garrido, guitarrista de Egon Soda. El grupo se retroalimenta, aunque hay un núcleo que permanece: Pontón, Saldarriaga y yo.
- Ahora en serio: hicistéis un casting de barbas hípster y 'gafapasta'.
-En realidad no. (Risas). Somos una serie de personas que se han conocido hace mucho en la vida y que hemos tenido la enorme suerte de encontrarnos. Hay un lazo de amistad bestial. Y hay algo ahí de simbiosis e incluso de admiración mutua.
