Instrucciones para afrontar el fin del mundo, según Jarmusch: Reúna a unos cuantos amigos (y actores estupendos), tómeselo con humor (negro) y ríase de todo e incluso de sí mismo y de la película que (se) está montando, homenajee a clásicos del género zombi (léase Romero), con desinhibición y, de paso, sírvase utilizar estas poco inteligentes criaturas para ejemplificar hasta qué punto el ser humano está atontado por el consumismo. Eso es "Los muertos no mueren", una comedia burlesca y en apariencia ligera, aunque todo ello no basta para ocultar una lectura política y una advertencia apocalíptica de qué estamos haciendo con el planeta.
Apocalipsis consumista