El cine islandés nace del frío, pero desprende el calor y el compromiso con una tierra a medio hacer de la que se aprovechan sus hermosos paisajes y sus peculiares personajes. Como "La mujer de la montaña", una heroína de la nueva era, que concilia clases de canto con el activismo ecológico y feminista y que, además, tiene un sueño personal. La película reúne varias bondades: un tono alegre que roza lo disparatado y que templa el mensaje social, que no obvia graves problemas globales reflejados en importantes decisiones vitales, una actriz todoterreno y una banda sonora que interactúa con el metraje y le da una originalidad que hace la obra única y encantadora.
Cine que da en la diana