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Rachel Weisz, en una imagen de "La favorita".

El precio del poder: "La favorita"

A Lanthimos, cineasta del club de los perturbadores, no le ha ido mal. Tras sacrificar un ciervo sagrado, ha dado el salto que lo sitúa en la cuota de autores que logran colarse entre los aspirantes a mejor película en los Oscar e incluso más, porque "La favorita" es casi "la favorita" al pretender diez estatuillas, tantas como "Roma". Méritos tiene, desde la contundencia de su trío de actrices, pilares de una original y maquiavélica historia de amor y de poder, a todo lo demás: plasticidad, sentido del humor y de la malicia, recreación histórica y, sobre todo, capacidad para enredarnos en un retorcido manual acerca de los efectos colaterales de trepar en una corte del XVIII, extrapolable a otras épocas y ámbitos.

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