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De Wembley a la eternidad

"Bohemian Rhapsody" tiene todo lo que un aficionado al rock puede desear en una película. No hace falta ser fan de Queen para disfrutarlay emocionarse

Se ha escrito de "Bohemian Rhapsody" que no profundiza en la depravación a la que llegó Freddie Mercury en su vida privada, que es un biopic convencional, que su línea temporal deja fuera aspectos importantes... Probablemente la película autorizada sobre Queen ofrezca pegas a los cinéfilos más exigentes y no pase a la historia por su innovación cinematográfica, pero entusiasmará no solo a los seguidores acérrimos del grupo británico, sino también a los aficionados al rock y a todo aquel que busque en la gran pantalla espectáculo, grandeza y emoción. Que no es poco.

La actuación de Queen en el macrofestival benéfico Live Aid, el 13 de julio de 1985 en el estadio londinense de Wembley, pone el principio y el fin a esta película en la que destaca la magnífica interpretación de Rami Malek, el actor norteamericano que da vida a Freddie Mercury, y la extraordinaria ambientación, en la que se ha cuidado hasta el más mínimo detalle. La que para muchos ha sido la mejor actuación de la historia del rock, veinte minutos de pura adrenalina que hicieron vibrar a más de mil millones de personas vía satélite, se ha recreado maravillosamente gracias a la tecnología digital y a la supervisión de Brian May y Roger Taylor, que ejercen de productores ejecutivos.

La espera ha valido la pena, y es que después de cerca de una década de especulaciones y cambios de personal -el más sonado, el de Sacha Baron Cohen, que iba a ecarnar a Mercury y dejó el proyecto por discrepancias artísticas con May y Taylor-, la película responde a las expectativas. El despido del director Bryan Singer ("X-Men") por mal comportamiento y acusaciones de acoso sexual no ha hecho mella en el montaje, más que impecable, que lleva al espectador por 15 años de la historia de Queen, de 1970 a 1985.

El errático comportamiento de Freddie Mercury, su descenso a los infiernos y el sida no quedan al margen. No aparecen enanos con bandejas de cocaína en la cabeza, como sugería Baron Cohen, pero sin mostrar escenas demasiado explícitas, y con la ayuda del gran trabajo de Malek, la película logra trazar bien la compleja personalidad y el carisma de su protagonista. También May -Gwilym Lee parece su gemelo-, Taylor y Deacon quedan suficientemente bien dibujados.

Habrá quien eche en falta anécdotas e historias -Bowie en "Under pressure", por ejemplo-, o un relato posterior al verano del 85, pero "Bohemian Rhapsody" consigue su propósito como gozosa celebración del legado de Queen. Ahora, el show debe continuar. ¿Con un musical oficial, quizá? Se admiten apuestas.

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