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Galicia, testigo del canto de cisne de los Swans

La banda de Michael Gira, que está en su gira de despedida, actúa mañana una vez más, y acaso por última vez, en tierras gallegas. En esta ocasión su catarsis musical inundará la sala Capitol de Santiago

Swans, durante su concierto en el Festival do Noroeste en A Coruña. // C. Pardellas

La actuación de "Los Cisnes" en la capital de Galicia no será un concierto más por, al menos, dos motivos. Uno es la fama que precede a los "live" de estos neoyorkinos alérgicos a las medias tintas (quienes los conocimos ya en esa faceta damos fe). Otro, el hecho de que estamos ante una gira de despedida. Larga (la misma que han disfrutado en A Coruña en agosto) pero terminal. Michael Gira anunció al inicio de este tour que tras él, la actual configuración de Swans pasaba a la historia. Esta formación (con algún movimiento menor en sus componentes) es la que conformó a la banda en 2010, tras catorce años de separación. En aquella década y media de supuesto silencio Michael Gira continuó con su sello Young God y creó música en solitario o con su otro grupo, Angels of Light. Una actividad constante que hacía dudar de la necesidad de resucitar a Swans. Pero "My Father Will Guide Me up a Rope to the Sky" (2010) fue una llamarada impepinable a la que seguirían tres discos más (tres discos dobles, además) que han llevado al grupo a una nueva posición en el panorama musical.

Nacidos en 1982 y debutantes en 1983 (con, "Filth"), sus inicios fueron un amasijo de punk, noise, no wave, música industrial y letanías bramadas al borde de un precipicio con vistas al Infierno. Algo así como un catálogo de los estilos más excesivos de su tiempo interpretados por un frontman, Gira, de una violencia escénica atroz. Música de una agresividad inaudita entonces, y aún difícil de digerir hoy día. Y difícil de mantener. La carrera de Gira y secuaces discurrió siempre por la senda de lo abrupto, pero han sabido limar aristas en discos hoy saludados como clásicos como "Children Of God" (1987) y "White Light From The Mouth Of Infinity" (1991). Incluso estuvieron a punto de lamer las mieles del éxito al fichar para la multinacional MCA ("The Burning World", 1989) o con una hermosa y (cómo no) oscura versión de "Love will tear us apart", de Joy Division.

Sin embargo en el siglo XXI su retorno no busca éxito o el reconocimiento sin más, sino la eficaz siembra de nuevas tempestades. Su música no ha perdido visceralidad ni tampoco lirismo casi gótico, pero sus letanías han encontrado una mecánica de hipnosis y tensión que ha calado hasta en la "fauna" indie. Gira y sus Swans han colado sus últimos discos en toda lista de "lo mejor del año", y hasta han sido un reclamo importante en los festivales más notorios, incluido el Primavera Sound de Barcelona. Aunque las mieles del reconocimiento que disfrutan hoy no equivalen a un grupo domesticado. Más maduro, menos autodestructivo, más empático incluso. ¿Qué debe esperar el espectador de un concierto de Swans? Desde luego un escenario y puesta en escena austeras: no se trata de lanzar fuegos de artificio, sino de alcanzar una suerte de trance común a través de la música. Alcanzarlo quien los resista, pues Swans son una de las bandas que mayor volumen emplea en directo, un volumen que sube en crescendos monolíticos, repeticiones mántricas y salmos graves recitados por una especie de poseído maestro de ceremonias, un imponente Michael Gira capaz de derretir al más gallo con una mirada, y dueño de un gestualismo ominoso y una entrega extrema.

Sin embargo Swans hace mucho que no proyectan imágenes de destrucción o nihilismo con su música, sino de éxtasis y redención. Una especie de fiesta chamánica, una comunión entre la banda y unos oyentes azorados por el tsunami sónico de unos cisnes que definen con malicia a la banda. Como el propio Michael Gira dijo hace muchos años, "Los cisnes son majestuosos, hermosas criaturas. Con temperamentos muy feos".

"The glowing man" (2016) es el último disco de la banda, un doble CD donde entre odiseas de minutaje abrumador cuelan remansos de paz con forma de baladas. Un disco casi apacible en comparación con su predecesor, "To be kind" (2014), y que con "The Seer" (2012) cierra una de las sagas musicales más impatantes de la historia del rock. Y Swans no se separan, pero sí se disuelven para renacer tarde o temprano (con nuevos miembros y nuevos planteamientos musicales) así que la cita de mañana es sencillamente una oportunidad de oro para ver una gira histórica. Y sentirte azotado impenitentemente por el poder de la fábrica de truenos que son Swans en directo.

Antes teloneará la norteamericana Baby Dee, veterana del performer con un estilo entre el dark cabaret, el indiefolk y el pop de cámara que ha versioneado a Bertold Bretch y Kurt Weill. Doble propuesta, hubiera podido ser en el Teatro García Barbón, o en el Auditorio Mar de Vigo. Oportunidad perdida, pero cita cercana, a reivindicar y recomendar efusivamente.

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