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Poniendo pie en otros mundos

Un nuevo cómic que mira al futuro sin complejos busca formas y fondos nunca transitados por el noveno arte. Es un goteo incesante de obras y autores que merecen toda la atención

Una imagen de "Un policía en la luna".

Seguramente un libro como "Un policía en la luna", de Tom Gauld (Salamandra Graphic), en otro tiempo sería encuadrado como obra más o menos experimental. Hace muchos años. Hoy, desde luego, su estilo elíptico, su tristeza contemplativa, su dibujo minimalista y su profundidad narrativa son representativos del cómic en el siglo XXI. Y suponen además una lectura muy recomendable para todo lector.

En realidad es absurdo plantear esa hipótesis, un "¿Y si?" de imposible resolución: "Un policía en la luna" es una obra de su tiempo, el presente. Un presente que abunda en trabajos que siguen abriendo puertas para el medio, ensanchando su espectro al utilizar caminos poco trillados para convertirlos en habituales. Y si un autor cruza con poderío esos caminos trillados, cual conductor desaforado de "Mad Max: Fury Road", ese es Olivier Schrauwen, quien acaba de publicar en España la tercera y última parte de la historia de su propio abuelo Arsène. "Arsène Schrauwen" se compone, así, de tres libros editados por Fulgencio Pimentel. La editorial dispone también de un estuche rígido para contenerlos y preservarlos como el tesoro hisotrietístico que sin duda es.

Schrauwen culmina una cumbre del cómic del siglo XXI. Hay que decirlo sin rodeos, es un trabajo lleno de hallazgos visuales, narrativos, compositivos. Y que además narra una historia universal, entre la biografía exótica de un hombre que se aventura a "hacer las Américas" y el cuento "Munchanseniano", entre el mito, la mentira y el hecho. Una vida propulsada a partes iguales por el temor y por el amor. Por lo insólito también. "Arsène Schrauwen" no solo destaca por su pericia formal, también lo hace por su capacidad de empatía profunda. Es profundamente emotivo, nos afecta aquello que afetcta Arséne, y querríamos bebernos con él una trapense y compartir sus anhelos. Y en definitiva supone una obra conmovedora e intensa, tan rica el hallazgos que merece análisis de fondo más allá de la encendida alabanza.

Así que sigamos alabando, porque en Vigo tenemos (salvando todas las distancias con el gigante belga) dos firmas que también, poco a poco, van ensanchando márgenes y proponiendo cómics como, quizá, nunca se habían propuesto hasta el presente. Andrés Magán y Begoña García-Alén tienen su propio y pequeño sello editorial, Noche Líquida (http://www.nocheliquida.es/), pero sus últimos trabajos los ha publicado Apa Apa: dos cómics de acabado exquisito, hermanados en el gusto por la búsqueda.

Andrés Magán firma "Fragmentos seleccionados". Se trata de un libro conde varias historias más o menos cortas hacen bueno aquel refrán de "el todo es más que la suma de sus partes" Cada retal del lienzo podría ser un sólido relato en una antología, pero su verdadera identidad aflora en su amalgamado, en crear un todo a partir de flashes enigmáticos, desconcertantes. Hay páginas bellísimas, cargadas de imaginación e imantadas de una extrañeza única, en "Fragmentos seleccionados". Es una obra que indaga en la capacidad del cómic para experimentar con el tiempo, dialogar con el intervalo. No es una narración ortodoxa, más bien un continuum narrativo que establece en el lector, como por metódicas y translúcidas veladuras, una espesa capa de sensaciones difícilmente verbalizables: el peso de la responsabilidad, la necesidad de la empatía entre las personas, el paso del tiempo...

Begoña García-Alén es la autora de "Nuevas estructuras". También edita Apa Apa, y también supone la exploración de caminos más o menos inhóspitos. Buena parte del tercer libro de "Arsène Schrauwen" relata cómo una expedición atraviesa una selva tupida, inexplorada y en cuyo seno las leyes de la naturaleza parecen ir a su bola. En el interior de ese laberinto espeso y vírgen cualquier cosa puede suceder. En cierto modo los cómics de García-Alén son como esa selva. Sus propuestas exploran la vía de una narrativa casi abstracta, que participa de elementos propios del arte plástico del siglo XX como el constructivismo o el surrealismo (el valor del objeto aislado, la pureza de la forma...). En "Nuevas estructuras" hay relato, sin embargo. Uno concreto, prosaico y lineal: unas personas se alojan en una casa rural para realizar en ella una ampliación. La historia esconde, sin enfatizar nada, ideas emotivas de fondo, y nos narra a través de imágenes-símbolo, textos elípticos y composiciones visuales rítmicas, cargadas de cierta poesía, mediante imágenes que "riman" gracias a estratégicas repeticiones.

Así, entre dos emergentes y un consagrado, señalamos tres ejemplos de la constante evolución del cómic como arte, evolución que se puede contrastar en muchos más ejemplos que, por espacio, omitimos: desde las novedades de la editorial Fosfatina ("Zona Hadal", de Roberto Massó) hasta la interesantísima aportación colectiva de sangre nueva (y fresca) de las revistas "Voltio", con dos números editados, o "Nimio", ambas editadas por La Cúpula, aunque la segunda cabecera tiene una consolidada reputación previa, desde la autoedición.

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