Los zombis no tienen cerebro pero los guionistas se exprimen el suyo para dar una vuelta de tuerca a nuevos productos que buscan sacar jugo al filón. Dos películas, "Train to Busan" y esta "Melanie", prueban que el género puede dar más de sí, la primera con su demoníaco y visceral ritmo y sus redondos personajes y la segunda mediante un abordaje actualizado. Estamos ante una generación nacida bajo la epidemia y su CI no es el de sus precursores, sino que son un salto evolutivo. La película no va de sustos, sino que es tensa, desgarradora y tiene mucho de reflexión social sobre el temor a los extraños. Y aunque las mandíbulas castañean mucho, la materia gris no está precisamente inactiva.