No sabemos si John Le Carré podría inventarse a un personaje como el Paesa que retrata Alberto Rodríguez en esa "ficción basada en hechos reales" que es "El hombre de las mil caras". Es difícil porque, tal y como lo describe, parece un producto casero, solo comprensible si se factura en su país de origen, al igual que su compañero de peripecias en la película, Luis Roldán. Lo mismo ocurría con los policías de "Grupo 7" o de "La isla mínima", hijos de un contexto que Rodríguez se empeña en explorar con un demostrado talento.
Esa clarividencia no abandona al siempre cumplidor realizador en "El hombre de las mil caras", donde garantiza thriller, humor y entretenimiento. No obstante, su ligereza parece restarle importancia frente la profundidad de "La isla mínima".