De las alcantarillas extrae la serie B a sus monstruos, que solo se ven tras salir a la superficie. Pedro Costa también tiene a los suyos, dignos y queridos, usados y luego silenciados por la sociedad, a los que regala una voz que parece venir de ultratumba.
Son los monstruos que produjo la pesadilla de la emigración caboverdiana a Portugal. Desgastados por el trabajo, el miedo y la culpa, de ellos solo queda la sombra, o el espíritu, pero seguimos sus desventuras alucinados, como ellos, por misteriosos corredores de hospital a través de planos filmados con la belleza de un Rembrandt o un Caravaggio.
"Caballo dinero" es una obra de arte en movimiento. Su texto es profundo y complejo, pero su plástica subyuga en complicidad con sus actores, verdaderos emigrantes desdoblados en una versión onírica, o tal vez más real que la real, de sí mismos.