Seguían los pasos del menor desde hace meses, pero el domingo todo se precipitó en este pequeño municipio cuando los investigadores comprobaron que el joven, de origen sirio, se había ido al campo a probar sus explosivos caseros. Los mensajes de WhatsApp enviados esa mañana a sus compañeros de clase advirtiendo que el lunes sería el gran día no dejaban margen para actuar. Los agentes tomaban el pueblo, registraban su domicilio y detenían a la madre del menor. Ese mismo día contactó con la Policía para denunciar los planes de su hijo, pero los agentes sospechan que hasta ese momento pudo encubrirle. Algunos de los componentes de los explosivos fueron comprados por la madre y en el registro del domicilio encontraron a simple vista artefactos explosivos ya preparados, sus componentes, un chaleco similar al que emplean los terroristas suicidas e incluso una especie de mortaja. Toda la parafernalia del terrorista suicida para un lunes trágico fallido.