Hay pocos barcos en el puerto de Canido, al menos en esta época del año, pero los que aún fondean a la orilla de su muelle pueden presumir de dedicarse a la pesca artesanal. Son embarcaciones como el Lui y el Atún, de Jorge Pérez. Supervivientes tras décadas de pérdida de flota, acuciada por su escasa rentabilidad y la proliferación de los nuevos usos que acoge el mar.

Entre esos usos, a diferencia del pesquero, en esta zona se impone el turístico. Así lo denuncia en declaraciones a FARO el patrón mayor de Cofradía de Vigo, Iago Soto, afirmando que la presencia de barcos recreativos se duplicará en verano con la aplicación de la nueva concesión: “Si antes podía haber hasta 80 barcos, que eran barquitas pequeñitas de pescadores deportivos, ahora se pretende ampliar hasta 160; el doble. Y además la eslora de ciertos barcos va a ser mayor porque se incluyen yates mucho más grandes que estas barquitas”.