Lúa es mucho más que una vecina. Es la reina de la parroquia tudense de Pontenova desde que apareció sola hace casi diez años. Allí no le falta cariño, ni comida, ni cama. Duerme en la gasolinera donde, noche tras noche, hace compañía a los trabajadores hasta que amanece. Va a la cafetería a desayunar y después acompaña a las vecinas a dar su paseo, al supermercado o al centro de salud, derrochando tanto mimo como recibe. Por eso todos se asustaron cuando llegó un hombre portugués diciendo que era suya y que se la llevaba. Un vecino le convenció para que la dejase y gracias a él, a todos, Lúa ha podido quedarse con su gran y querida familia.