Organizar una primera edición de un festival no es fácil, y menos si es en otro continente. Por eso tiene tanto mérito el debut del Primavera Sound en Sao Paulo, que el sábado reunió a 55.000 personas en el Distrito Anhembi, un parque ferial que vendría a ser la versión exótica del Fórum, con un sambódromo espectacular y árboles a pie del escenario. La aparición de Björk tuvo algo de mágico y trascendental. Salió al escenario vestida de látex negro con una especie de kimono deconstruido, algo así como una versión centrifugada, 25 años después, del legendario Alexander McQueen de la portada del ‘Homogenic’. Con un maquillaje estilo kabuki y una máscara en forma de orquídea, la islandesa apareció en escena visiblemente emocionada. No tardó ni medio segundo en meterse a todo el festival en el bolsillo con sus bailes espasmódicos, sus sonrisas de eterna niña traviesa y ese cantar suyo, un género vocal en sí mismo. Con lo difícil que es ser raro y original a estas alturas del siglo XXI, Björk lo sigue consiguiendo.

Orquesta local

La islandesa estuvo acompañada por una orquesta local, la Fundação Bachiana Filarmônica. Björk acaba de publicar un nuevo disco, Fossora, que no es precisamente de escucha fácil, pero en concierto apostó por adaptar sus hits al formato orquesta: empezó con ‘Stonemilker’, siguió con clásicos como ‘I’ve seen it all’ y ‘Hunter’ y para cuando llegó el turno de ‘Hyperballad’, con el atardecer a punto de cerrarse, a más de uno se le empañaron los ojos.

Tras la islandesa llegó el turno de The Arctic Monkeys, con una masa de fans ultraentregados a su líder, Álex Turner. Serio, distante, ultra seguro de sí mismo y con una actitud de crooner que no puede evitar molar tanto (Ray-Ban de sol en las lentas, americana a medida y fular mod sobre camisa desabrochada), Turner alcanza unas cotas de carisma difícilmente superables. A su banda le sobran hits, y aunque acaban de presentar el muy aplaudido ‘The Car’, el sábado hicieron vibrar a sus decenas de miles de fans con éxitos como ‘Brianstorm’, ‘Why’d You Only Call Me When You’re High?’ o ‘505’, con la que cerraron un concierto excelso, mayúsculo, sencillamente colosal.

El principal factor diferencial del Primavera Sound Sao Paulo es que su público, de entre 25 y 30 años, es mucho más joven que el de la edición madre barcelonesa.

La resaca electoral está siendo complicada en Brasil. Pero dentro del festival, el ambiente no pudo ser más pro-Lula, con cánticos espontáneos (“Ole-ole-ola Lula-Lula”) que fueron subiendo de intensidad. Uno de los más explícitos en su apoyo a Lula fue Liniker, el joven artista de género no binario que arrancó su concierto con una llamada a “la celebración, la democracia y la esperanza”.