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El vestidor

Los neurocientíficos Larry Young y Brain Alexander culpan a la oxitocina y la leche materna de la atracción vitalicia por los pechos. Teorías más darwinistas apuestan a que los homínidos adquirieron esta obsesión de forma evolutiva y con el paso de los siglos. Según esta hipótesis, cuando el ser humano comenzó a caminar erguido, el centro de atención en las mujeres pasó a ser el pecho. Más adelante, en la Edad Media, entre las clases bajas se escogía esposa según el tamaño de sus senos, lo que garantizaba un buen amamantamiento. Cántaros de leche, les parecía ver. El biólogo David Bainbridge (Universidad de Cambridge), por llevar la contraria, cree que los machos se fijan en la inteligencia. El tamaño no importa, es su lema. Su tesis no parece gozar de mucho predicamento. Al menos en "Supervivientes". Allí, pese a la tendencia actual de vuelta al seno natural, sigue imponiéndose el XXL. Tanto para ellos como para ellas; recuerden que está por allí Nacho Vidal. A Suhaila le picó una noche un bicho en los labios. "Pero te lo ha hecho bien, te ha dejado unos morritos como la Berrocal, igual", le soltó Carmen Lomana. Que de eso entiende un rato.

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