La relación de la mujer con la moda ha cambiado tanto como su papel dentro de la sociedad. El concepto de vestirse para gustar a un hombre ha quedado relegado; ahora la mujer se viste para gustarse a sí misma y utiliza sus estilismos para afianzar su personalidad. El Día Internacional de la Mujer es una buena excusa para hacer un recorrido histórico por el papel reivindicativo de la ropa.

Los orígenes. El Renacimiento creó la moda tal y como la conocemos hoy. La corte de Luis XIV fue la creadora del diseño a medida en la Francia del siglo XVIII; una tendencia que imitó toda Europa y que cambio las normas que hasta entonces imperaban en la moda. Pero es en el siglo XX, con la revolución de la mujer en todos los estamentos sociales, en el que la vestimenta se convierte en una portavoz de mensajes e ideologías, en una verdadera forma de expresión.

Los años 20. La mujer encorsetada en forma de "S" desaparece y surge la división social. En algunos lugares se prohíbe a las mujeres ir en manga corta o llevar falda, pero el fin de la I Guerra Mundial dejará todas estas polémicas atrás. Los años 20 recogen el nuevo espíritu de mujer libre, que se incorpora al mercado laboral y disfruta como nunca de la vida social. Enseña sus piernas, baila sin complejos al ritmo de un jazz desenfrenado y se introduce en actividades hasta entonces reservadas a los hombres. La moda se vuelve accesible a una gran parte de la sociedad. Surgen las flappers, las chicas más modernas que acortan su falda por encima de la rodilla, se llenan de plumas y perlas, lucen vestidos-camisa y descubren el glamour con Coco Chanel.

Los años 30. La Gran Depresión crea dos mundos muy diferenciados. Mientras en Europa todo se vuelve oscuro y sobrio por la Guerra Civil española, Estados Unidos se convierte en el epicentro de las tendencias con las estrellas de Hollywood. Las faldas se alargan, pero la cintura se marca. La noche se viste de raso y con pronunciados escotes. El día, de pantalones anchos y jerséis. Los gorros son el complemento ideal. En 1935, aparece el primer bañador de dos piezas; pero esta apertura duraría poco.

Los años 40 y la II Guerra Mundial vuelven a sumir a la mujer en lo práctico y patriótico. El traje chaqueta de tendencia militar es el conjunto más repetido, eso sí, con la falda más corta y con hombreras. El fin del conflicto y Dior cambian el rumbo. La feminidad es la mejor arma para superar el dolor y la alta costura vuelve a brillar desde París.

Los años 50 son la época dorada de la moda. Francia crea una mujer súper femenina, chic y elegante; que marca su cintura de avispa. En Estados Unidos se vuelve rebelde y sexy. Es la época de los vestidos ajustados de Marilyn Monroe y de los pitillos con jerséis "oversize" de Audrey Hepburn. El prêt-à-porter se abre camino.

Los 60. La locura. Las jóvenes tienen el poder y marcan las tendencias. La moda recoge esa ebullición social entre el progreso y la libertad en el que la mujer se viste con looks hippies, con trajes chaqueta de Chanel y con vestidos cortos de cuadros Vichy y silueta despegada al cuerpo.

Los 70. España vive su revolución interna. La caída del franquismo propicia que los movimientos más liberales y las mujeres se vistan con prendas vaqueras y zapatillas deportivas.

Los 80 convierten la moda en espectáculo, todo vale. Los leggings y los calentadores de colores fosforitos conviven con los cardados, las joyas de oro, las cazadoras de cuero y la ropa interior que se convierte en exterior.

La moda de los 90 está marcada por el capitalismo. Las marcas visibles son tendencia. Los resquicios de los 80 conviven con la moda "grunge" y las súper modelos hacen que la mujer se vuelva a ocupar mucho de sí misma.

El siglo XXI trae consigo la democratización de la moda y la continuas referencias al pasado. Todo está inventado y todo se reinventa. La calle manda y la mujer crea su propio estilo imponiendo sus tendencias.