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VISADOJosé Luis Perales: "Me miro al espejo y creo que aguanto el tipo"

El cantautor conquense publica el próximo viernes "Calma", un álbum con un sonido sorprendentemente actual. El prolífico escritor de canciones habla con buen humor de los tópicos que le persiguen, de sus ídolos y de sus envidiables 71 años

VISADOJosé Luis Perales: "Me miro al espejo y creo que aguanto el tipo"

Si hubiera nacido en Nueva York, Perales sería hoy una especie de Paul Simon o James Taylor, pero nació en Castejón, una aldea de Cuenca, y su enorme legado musical se limita al mundo hispanohablante, que no es poco: tiene medio millar de canciones registradas y ha vendido 50 millones de discos. El título de su nuevo trabajo, "Calma" (Universal), le va como anillo al dedo: resulta muy difícil imaginarle enfadado. Al teléfono con VISADO se muestra afable, risueño y satisfecho por un disco en el que la producción de su hijo Pablo le ha llevado a otro nivel.

-Se prodiga poco por Galicia.

-En estos últimos años me prodigo poco en todos los sitios. Hace cuatros años de la última gira, la de "Calle soledad", e hice seis o siete conciertos. Hace muchos años iba a Galicia los inviernos. En Vigo reventé el Nova Olimpia, que no sé si existe...

-No, ya no existe.

-Y el Nueva Vanesa en Orense también, otra discoteca. Los inviernos me los pasaba entre Galicia y el norte de España. Yo estoy abierto a que me contraten ahí. Y he ido muchas veces a grabar en la televisión gallega, con... Gayoso, se llama, ¿no? ¿Sigue ahí?

-Sí, sigue todavía. Es casi como Jordi Hurtado.

-Hago pocas giras en España. Será que me voy haciendo mayor y las voy dejando más espaciadas. Esas palizas de "kilómetros gallegos", que decíamos antes, ya no me las doy. Esos viajes desde Las Nieves o desde donde fuera...

-Actúa más en Latinoamérica.

-Sí, cuando voy no es para estar una semana, tengo treinta y tantos o cuarenta conciertos, y me lleva unos tres meses. Después de esta gira en España, que será de unos veinte conciertos y terminará en octubre, me iré en diciembre y volveré en febrero otro mes y medio. Allí mi música sigue muy vigente.

-La producción de "Calma" es muy americana. Uno empieza a escuchar la primera canción, "Y me marché contigo", con ese saxofón tan de la E Street Band, y cree que va a empezar a cantar Bruce Springsteen...

-Es verdad, me lo han dicho. Para mí ha sido una aventura muy exitosa. Ha sido estupenda la idea de hacer este disco con mi hijo, Pablo. Él vive en Boston, y de ahí la influencia norteamericana. Lleva allí tres años ya. Es músico y productor y estaba en relación con estos músicos, que han tocado con Sinatra. He tenido la suerte de contactar con el estudio de un español que tiene un contacto tremendo con los más grandes, que se apellida Sardina. Le di 32 canciones para que él eligiera. De las 32 nuevas, [Pablo] eligió 8, y de un repertorio antiguo, entre papeles amarillos, antiguos, descubrió en una casete dos canciones. Una sale en el nuevo disco. Son de esas que se quedaron porque la compañía de entonces decía que no eran comerciales. Eso contribuyó a crear una imagen tan romántica, a veces empalagosa, porque no te dejan incluir otro tipo de canciones. Ahora tengo libertad y puedo meter estos arreglos, algo que no me hubiesen permitido Sony o Hispavox.

-¿Qué canción antigua recupera en el disco?

-"Tiempo de amor". Aunque está en esa misma línea de arreglos americanos, la melodía y el texto pertenecen a la misma época de Perales. Hay otra también muy bonita de la que no recuerdo el título ahora. Tanto el ingeniero de sonido, Sardina, como Pablo, coincidieron en que era una de las que mejor había quedado, después de pasar treinta años en un cajón. Ni siquiera yo contaba con grabarla, porque había sido descartada tantas veces...

-Si hubiera nacido en Estados Unidos, ¿le hubiera gustado ser una especie de Paul Simon o de James Taylor?

-Sin duda. Me hablas de gente que siempre me ha encantado. Hubiera podido cantar en inglés o en alemán, yo qué sé... Paul Simon es la bomba. Cuando estaba con Garfunkel y cantaba el "Puente sobre aguas turbulentas" y aquellas canciones maravillosas... Me gusta mucho mi país, pero como autor me hubiese gustado haber nacido en Estados Unidos, para componer en inglés.

-O en Francia, para ser Charles Aznavour...

-¡Qué te voy a decir! En mi primera época ponía acento francés al cantar las canciones [canturrea imitando el francés], como si fuera Aznavour o Becaud. La canción "Y te vas" tiene incluso un acordeón totalmente parisino. ¡Yo quería ser Aznavour! [ríe]. Pero me quedé aquí, en la Alcarria, y encantado de la vida también.

-Firmaría también por llegar a la edad de Aznavour en sus mismas condiciones: no se baja de las tablas a sus 91 años...

-Sí, sí. Posiblemente le conoceré este año en Marbella, porque él canta unos días antes que yo en el mismo festival [Starlight]. Cuando me han preguntado quién me gustaría que me cantase una canción siempre he dicho Aznavour, pero claro, ya no sé en qué condiciones estará. Dicen que está muy bien. Fíjate que yo tenía tan idealizado a Aznavour hace años que una vez pude verle cantar y no quise por si me desencantaba de alguna manera.

-Su paisano Almodóvar ha dicho que no le ve ninguna ventaja a tener cierta edad una edad provecta. ¿Usted le ve alguna?

-Estoy muy contento con tener 71 años pero no parecerlo. Si estuviera decrépito me jorobaría un poco, pero como no estoy tan mal... Me miro al espejo y creo que aguanto el tipo. Y la voz está muy bien, cada vez mejor. Ha madurado, se ha hecho más ancha. Antes era más estrecha y tampoco estaba mal. No tengo nada en contra de la edad, aporta mucha experiencia y descaro, dices cosas que antes te callabas porque ahora te importa un bledo. La edad te hace ser más desinhibido, y eso es bueno. Uno siente la necesidad de arriesgar a veces, en la música y en todos los órdenes de la vida. La pena es que la madurez va unida a la vejez, y eso te joroba un poco más.

-¿Se acentúa también con la edad esa nostalgia que tan presente ha estado en su repertorio? El primer sencillo, "En un banco de la calle", trata sobre mirar hacia atrás desde la vejez.

-Sí, pero es mirar hacia atrás con un cierto conformismo. No tengo miedo a la muerte. Incluso me parece un paso tan normal que no hay que temerlo. Yo le temo a la enfermedad, al dolor... Pero el retrato que hago del hombre de la calle es que está asumiendo que tiene una edad pero está disfrutando de una puesta de sol, aunque le quede poco tiempo. Ve cómo juega un crío en la calle y la gente que pasa. Y le divierte, aunque, como es un anciano, nadie le echa cuenta... Asume su momento y disfruta de ver la vida pasar, aunque le queda poco para irse. Demuestra entereza y una cierta clase al asumir su momento.

-Hace poco le reinvidicó el grupo Elefantes, con esa versión pop-rock de "Te quiero", con los cantantes de Love of Lesbian y de Sidonie. ¿Le avisaron de que iban a grabarla?

-Me da mucha alegría que gente tan joven rescate canciones de hace tantos años y las haga tan frescas como cuando las canté yo. Las sienten como suyas y hablan con admiración por el autor. Me llamaron de su compañía y dijeron que les gustaría que yo participara en el vídeo. Les dije que sí, porque yo creo que la música, una vez que sale del estudio, ya es de la gente. Quien la quiera cantar, que la cante en los karaokes. Y quien quiera hacer una versión, que la haga, siempre que sea respetuosa. La de Elefantes es una versión respetuosa y ellos son encantadores y muy educados. No sé si has visto el vídeo...

-Sí, lo he visto.

-Me ponen una especie de focos en los ojos y no me ha molestado nada, me ha hecho mucha gracia.

-Le han invitado a festivales "indie", como a Raphael, y ha dicho que no porque le da vergüenza.

-Sí, me da mucho palo [ríe]. Es un mundo que aún no he palpado y me da como cosa. Tengo una gran dosis de timidez para muchas cosas. En ciertos casos anda uno con pies de plomo por no saber si está uno desubicado. Pero me están insistiendo mucho, cualquier día caigo en la trampa [ríe]. Se lo merecen.

-Se rió de sí mismo y de su sambenito de "tristón" en una canción, "Mis tópicos".

-Sí, tras tantos años de escribir canciones, uno tiene sus tópicos. Según te estoy hablando, estoy al lado de una ventana y está lloviendo fuera. La lluvia en el jardín es un tópico mío de siempre. Las golondrinas, los veleros, al volver la esquina... Hay un montón de palabrejas y tópicos que he usado en mis canciones casi sin darme cuenta. Las gaviotas... Carlos Herrera dijo en la radio: "¡Qué fijación tiene Perales con las gaviotas, ese bicharraco asqueroso, cómo le pueden gustar!"

-[Risas]

-Un día, cuando estaba escribiendo, mis hijos, que se hicieron mis peores críticos, me dijeron que si la paloma, la gaviota, la lluvia en el jardín... "¡Caray, papá, eso ya lo has dicho!" Me dio por reír y me propuse hacer una canción. Me reí de mis tópicos para horror de mi representante, que me dijo que por qué tenía que reírme de mí mismo en una canción. ¡Porque me da la gana, porque soy yo, y ya está! [risas] Tengo más sentido del humor de lo que la gente cree, lo que pasa es que no cuento chistes, solo a mis amigos más cercanos.

-Ha publicado una novela y está escribiendo la segunda.

-No sé si algún día se publicará. La novela empezó con mi incursión en las redes sociales. Estaba en América en uno de esos momentos antes del concierto, en el hotel, me asomé por la ventana. Daba al Río de la Plata, en Montevideo. Me puse a escribir todo lo que veía. Pasó un señor con un Fiat 600 que me retrotrajo a mis años mozos, también una pareja que se besaba junto al río, un músico con un saxofón que empezó a ensayar una canción muy bonita... Terminaba el "post" diciendo que ese músico iba a ser muy famoso. Tuvo una aceptación tan grande en mi página de internet que me animaron y seguí escribiendo. "La melodía del tiempo" nació así, la publicó Plaza y Janés y va por la tercera edición.

-¿Se le ha pasado por la cabeza publicar sus memorias?

-No, no me gusta nada la idea.

-¿Por pudor?

-Me parece una pedantería, la verdad [ríe]. Quizá sea un poco de pudor. No me gusta desnudarme tanto.

-Y porque en las memorias a veces hay que hablar mal de alguna gente, para que tengan morbo, y eso no va en su carácter...

-No es algo en lo que he pensado. Incluso cuando me dicen que en mi novela hay aspectos autobiográficos, si los hubiera nunca lo confesaría.

-Ha escrito canciones para multitud de artistas, incluyendo Enrique y Ana y Jesulín de Ubrique. ¿Ha rechazado alguna vez un encargo de canción porque no le gustaba el artista al que iba destinado?

-Pues tengo que confesar que sí. No voy a decir el artista, pero una vez, al principio de mi carrera, y me arrepiento de ello, usé un pseudónimo porque no me gustaba el cantante. No quería que figurara mi nombre y puse un pseudónimo. Solamente lo hice una vez.

-¿Y lo de Jesulín?

-Fue mi manager, que en aquella época era un poco su manager también, y fue una encerrona. A mí no me la pidieron, fue mi manager el que se la dio, pero tampoco reniego de nada de eso. Y las canciones de Enrique y Ana, y lo del "hula hoop"... También hice la de [la serie] "Érase una vez el hombre", que era una canción muy bonita.

-¡Ese es un himno de la "generación EGB"!

-Claro. Son canciones infantiles que hacía con mi hermana Marisol, que era profesora. Ya está jubilada. Rafael Trabucchelli, que era mi productor en Hispavox, nos tomó un poco como tándem para este tipo de canciones y de algunas versiones de canciones italianas, como "El trenecito".

-Con "¿Y cómo es él?" hizo como Bruce Springsteen, que compuso "Hungry heart" para los Ramones y al final se la quedó él, a instancias de su manager.

-La escribí para Julio Iglesias. Ramón Arcusa me había pedido alguna canción para él. El mismo manager que hizo lo de Jesulín, que era el director de la compañía, escuchó la canción y me dijo que no se me ocurriese dársela ni a Julio ni a nadie. Le dije que yo no sentía nada esa canción, ese victimismo del tío que, encima que ella se va con otro, le pone el paraguas por si llueve... A mi mujer le gustaba todavía menos [risas]. Al final me convencieron y en dos semanas era número uno en América Latina. Allí la llamaban "la canción de los cuernos". Pero en muchos sitios la siguen entendiendo mal y regalándosela a su niña como si fuera de un padre a la hija que se echa novio.

-Esa "interpretación alternativa" es una especie de leyenda urbana.

-Sí, pero el noventa por ciento de la gente cree que es así y ya estoy harto de desmentirlo, ¡no voy a desmentirlo más! [risas] Fue la única vez que discutí con mi mujer sobre grabar o no una canción. Ella tenía algún vestido gris y no se lo quería poner por si la confundían con la de la canción [risas].

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