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El día a día aquí o en Calcuta

Los deseos y emociones de la gente corriente

El intérprete del dolor | JUHMPA LAHIRI | Salamandra, 221 páginas

Se podría decir que Jhumpa Lahiri es una autora transnacional. Nacida en Londres en 1967 de emigrantes indios bengalíes, se trasladó con su familia a Estados Unidos dos años después, por lo que se considera estadounidense; si bien es cierto que Lahiri mantuvo siempre presente su herencia bengalí y visita con frecuencia a sus familiares en Calcuta. En 2001 se casó con un periodista estadounidense de extracción griega y guatemalteca y, en la actualidad, viven con sus hijos en Roma.

Este periplo identitario hace que el lugar en donde se desarrollan sus historias varíe notablemente, de Calcuta a Boston, de Konark a Cambridge, sin que ello tenga una relevancia significativa sobre sus personajes, puesto que, al margen del lugar que habitan o visitan, están ya muy determinados por la genealogía familiar y por las circunstancias personales en que crecieron y aquellas en las que se debaten en el momento de la narración.

Muchos personajes son políglotas, sin que le den a este hecho más importancia que la que conlleva el asumir tantas maneras diversas de expresar la vida. Kapasi, "el intérprete del dolor", es capaz de conversar "en inglés, francés, ruso, portugués e italiano, por no mencionar el hindi, el bengalí, el oriya y el guayaratí". Y el niño de "Sexy", como su madre es "punjabí y su padre bengalí y como en la escuela estudia francés e inglés, ya habla cuatro idiomas". La propia Lahiri escribe en inglés, pero cuando nació Octavio, su primer hijo, le habló en bengalí, su primera lengua, porque para Jhumpa Lahiri "la India son mis padres".

Varias de sus obras ya han sido traducidas al español, como las novelas El buen nombre (2003) y La hondonada (2013), y la colección de narraciones Tierra desacostumbrada (2008). La colección de cuentos que reseñamos, El intérprete del dolor, es su primera obra publicada, con la que obtuvo el Premio Pulitzer en 2000. Un año antes, el cuento que da título al libro, obtuvo el Premio O. Henry, nombre de uno de los escritores de narraciones breves más destacados del siglo XIX en Estados Unidos.

Las historias de Lahiri narran situaciones puntuales en la vida de personas cotidianas, reconocibles en cualquier sociedad, que sienten emociones y afectos universales. Boori Ma, mujer pobre de solemnidad en "Un durwan de verdad", tiene que recurrir a la imaginación (o quizás sea, realmente, a su buena memoria) para sobrevivir en sus circunstancias actuales de abandono; así, su mantra es "yo vivía rodeada de unas comodidades con las que ustedes ni siquiera podrían soñar". Incluso los secretos que hacen sufrir a la persona que los guarda son considerados en el libro como "comunes y triviales".

Lahiri narra, de manera aparentemente objetiva y desapasionada, tanto tragedias como alegrías, sucesos o sueños. Pero no se trata de que no haya empatía o humor, incluso ironía, en sus palabras, sino que sus personajes exhiben una gran conformidad con lo que la vida les depara. Un buen ejemplo es el del ya mencionado señor Kapasi; cuando la señora Das, turista estadounidense en India, le pide su dirección, él se imagina lo que va a ser su correspondencia con ella, las ideas tan interesantes que van a intercambiar, el cómo un alma gemela epistolar aliviará la relación fría y silenciosa que mantiene con su esposa, pero cuando, al abrir la mujer el bolso, "el trozo de papel con la dirección del señor Kapasi sale volando arrastrado por el viento", sólo él se da cuenta. Y sabe que su vida seguirá como siempre, anodina y solitaria, trabajando para sobrevivir.

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