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Salvar los hórreos

La legislación vigente ha echado abajo varios proyectos de rehabilitación de hórreos en desuso, pero tanto los conservacionistas como los constructores creen que la única manera de detener el irreversible proceso de deterioro pasa por conjugar la "solución práctica" con el respeto al patrimonio histórico y cultural

HÓRREOS COMO CATEDRALES.En la foto superior, el Hórreo do Araño (en el concello de Rianxo), que mide 37, 5 metros de largo por 2 de ancho y está considerado el mayor del mundo; abajo, el de San Salvador de Poio, que con 33,8x 3,64 metros es el mayor de la provincia de Pontevedra. Ambos presentan un aspecto de conservación más que aceptable, pero son ejemplos contados de hórreos con grandes dimensiones, algo que no abunda en la comunidad autonoma gallega y sí, en cambio, en el Principado de Asturias.

"Las construcciones conocidas con el nombre de "hórreos" o "cabazos" prestan a los ambientes rurales de Asturias y Galicia una peculiar fisonomía y constituyen muestras caractarísticas del tipismo y de la aruitectura popular de aquellas tierras, de tal modo que a lo largo del tiempo se han unido intimamente a su ambiente como algo consustancial. Por diversos motivos, y desde hace varios años, estas construcciones han caído en desuso y, como consecuencia de ello, su modificación, desaparición o demolición cuando no venta o exportación a otros países se produce de una manera cada vez más alarmante, con notorio menoscabo de nuestro Patrimonio Histórico-Artístico, del que deben formar parte (...) Se dan pues las circunstancias necesarias para que esta porción tan interesante del acervo cultural de España sea protegida con la eficiacia y urgencia a que es acreedora...". Este texto no es ni mucho menos reciente. Tiene 45 años y es un extracto del Decreto de Protección de Hórreos publicado en el Boletín Oficial del Estado con fecha del 13 de marzo de 1973.

Casi medio siglo después, puede escribirse lo mismo y, lo que es peor, la situación, producto del masivo abandono del rural, es todavía más acuciante. Pero esta vez la alarma por la desaparición masiva de hórreos no se ha dado en Galicia, sino en Asturias, donde existen varias asociaciones específicamente dedicadas a la protección de los hórreos,desde las cuales se ha llegado a afirmar que en el Principado, a día de hoy, "desaparece un hórreo cada día".

¿Es en Galicia la situación tan dramática? Depende desde qué punto de vista se vea pero, por ejemplo, para Carlos Henrique Fernández Coto, presidente de la Asociacion para a Defensa do Patrimonio Cultural Galego, desde luego que sí lo es, con el agravante de que "lo que pasa con los hórreos en Galicia ya no es solo una progresiva extinción. En realidad, podemos considerarlo también un espolio puro y duro". Aunque no existe un censo oficial del número de hórreos distribuidos por toda la geografía gallega, cuando se habla de cifras suele partirse de un estudio realizado durante la dictadura franquista por el etnólogo Xaquín Lorenzo "Xocas", según el cual, entre los años 60 y 70, había 100.000 unidades de estas construcciones en el territorio de la comunidad autónoma, cifra que los expertos consultados estiman exagerada. Por su parte, la asociación que preside Fernández Coto maneja una cifra actual que gira en torno a los 30.000, lo que significaría que, en un período de 50 años, habrían desaparecido entre el 50 y el 70 por ciento de los hórreos gallegos. Aún así, Galicia figura a la cabeza de la lista mundial en número de hórreos, seguida por Asturias (20.000)y Portugal (10.000). Otros países y/o regiones (Navarra, País Vasco y, fuera de España, en Turquía ,Rumania o Suecia) completarían las 70.000 de edificaciones "que se pueden considerar hórreos".

Fue precisamente en el ya citado decreto de 1973 cuando se declaró al hórreo Bien de Interés Cultural, lo cual, en aquella época, ya significaba, entre otras cosas, que todos aquellos que "tengan una antigüedad no menor de un siglo, y sea cualquiera el estado en que se encuentran, quedan bajo la protección del Estado, que impedirá toda intervención que altere su carácter", que "los propietarios poseedores o usuarios no podrán cambiarlas de lugar ni realizar en ellas obras o reparación alguna sin previa autorización" o que "el cuidado de estas construcciones queda encomendado a los Ayuntamientos en cuyo término municipal radiquen".

Bajo esta norma se ha regido en Galicia hasta el año 2016, en el que se incluyó al hórreo en la ley autonómica de Patrimonio Cultural fijada en estos puntos del su Artículo 92, por cual:

1. Son bienes de interés cultural y quedan sometidos al régimen jurídico previsto para ese tipo de bienes en esta ley los hórreos, los cruceiros y los petos de ánimas de los que existan evidencias que puedan confirmar su construcción con anterioridad a 1901. No se podrá autorizar la construcción de cierres perimétricos, totales o parciales, a partir de sus soportes, ni la construcción de edificaciones o instalaciones adosadas a estos que afecten a sus valores culturales.

2. Los hórreos, cruceiros y petos de ánimas cuya antigüedad no pueda ser determinada o que hubiesen sido construidos con posterioridad a la fecha señalada en el apartado 1 podrán ser declarados de interés cultural o catalogados cuando se les reconozca un especial valor cultural, principalmente etnológico.

3. Las actuaciones de conservación o restauración de hórreos declarados de interés cultural o catalogados se realizarán preferentemente utilizando los materiales y técnicas constructivas tradicionales que correspondan a cada tipología. En estas intervenciones el tratamiento y la utilización de material no tradicional deberá ser autorizado por la consejería competente en materia de patrimonio cultural.

4. En el caso de bienes etnológicos de esta naturaleza, y teniendo en cuenta su tipología y sistema constructivo, el movimiento dentro de su entorno de protección no se considerará un traslado a efectos de esta ley ni implicará una necesaria modificación de su delimitación, siempre que se garanticen en el proceso y en el lugar definitivo la significación y la interpretación de sus valores culturales y que se cuente con la autorización previa de la consejería competente en materia de patrimonio cultural.

En la aplicación de esta normativa es donde empiezan las disensiones entre los conservacionistas y algunas alternativas que han comenzado a aparecer y que, mientras en Asturias están muy avanzadas, en Galicia todavía son incipientes: son aquellas que pasan por la recuperación de los hórreos pero sin contemplar sus usos originales y aquellas que, como defiende Fernández Coto "pasan por concienciar a la la sociedad, y sobre todo a los propietarios, de que quien posee un hórreo debe ser consciente de que es responsable de una parte de la Historia de Galicia, igual que el que tiene un pazo, por lo tanto no puede obrar como le dé la gana". Es una opinión con la que coincide Andrés Dacosta, de la asociación A Solaina de Combarro: "Lo que es de todo punto necesario es conjugar la preservación del patrimonio histórico artístico con el turismo, algo muy difícil, pero posible, como se hace en otros países".

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