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Memorias

Gerardo Acosta Santos: "En la Lisboa de los años 40, los gallegos eran reyes de la hostelería"

"Viví los ecos de la Segunda Guerra Mundial en Oporto, donde mi padre trabajaba como funcionario en el Consulado español, entre sirenas y faros apagados"

Con la madre y hermanos (él es el mayor) en un veraneo en Espinho en 1954. Faltaba su padre, trabajando en el Consulado de España.

>> Si hace cuentas, que a lo mejor no quiere por no constatar qué rápido se le ha pasado el tiempo, Gerardo Acosta sumará este año 2017 nada menos que 55 años en el ejercicio de la abogacía. Nacido en Palencia de paso, la profesión de su padre, funcionario del Cuerpo Superior de Policía, le llevó a Portugal, donde pasó 18 años de su vida aunque su formación académica la tuviera en Salamanca, verdadera patria chica de sus mayores. Es un hijo de la guerra civil por fecha de nacimiento aunque el oficio paterno alejó agobios como el hambre y hasta dio holguras para buenos estudios que él supo complementar con ingresos propios, y para algún viaje de juventud al exterior en aquellos tiempos de la España profunda y autárquica que le supuso una ampliación de horizontes a su conciencia ya en la etapa preunversitaria. El espíritu viajero fue una de sus constantes, y fuera por su trabajo o por su placer recorrió medio mundo distribuyendo por ahí el buen humor que le caracteriza. Mayor de cinco hermanos, mucho de su poco tiempo libre lo dedicó al Club de Leones, del que fue cofundador en Vigo y uno de sus Gobernadores en España.

>> Los orígenes. "Nací el 18 de Septiembre de 1.936, en Palencia, por casualidad, es decir, porque dio la casualidad que mis padres estaban allí destinados o, más bien, el que estaba destinado era mi padre, que pertenecía al Cuerpo General de Policía. Supe, cuando ya era mayor, que mi padre, poco después de mi nacimiento, fue destinado a Toledo pues estábamos en plena Guerra Civil y de eso me enteré porque con el paso de los años, llegó a mis manos una postal que mi padre había enviado a mi madre a Palencia, donde ella se había quedado. Por aquel entonces, mi abuelo materno, único al que conocí, Braulio Manuel Santos Alfonso, era ya Comisario de Policía y pienso que ello de alguna forma influyó en la decisión de mi padre a la hora de hacer oposiciones. Mi padre nació en Alberguería de Argañán, un pueblo de la Provincia de Salamanca, fronterizo sin frontera con otro pueblo portugués que era Aldeia da Ponte; mis abuelos paternos fueron José y Bárbara. Mis abuelos maternos eran Braulio y Obdulia".

>> Una experiencia del rural. "Teniendo yo siete u ocho años, mis padres pasaban algún mes del verano en el pueblo y aquella vida contrastaba con la que teníamos en Oporto (Portugal) donde a mi padre lo habían trasladado como funcionario del Consulado de España dados los buenos oficios de mi abuelo materno que había llegado a ser Director General de Orden Público. Alberguería era un pueblo en el que la falta de infraestructuras, que hoy se llaman, hacía que la vida se hiciera más de día que de noche, pues sin ir muy lejos, la energía eléctrica carecía de potencia hasta el punto que las bombillas daban una luz mortecina que casi producía tristeza. Había cosas típicas como el "alguacil" que era el interne de la época ya que hacía llegar las noticias a voz en grito desde varias esquinas del pueblo, previo anuncio con una corneta y después el consabido estribillo de Por orden del Sr. Alcalde , se hace saber... Antes de llegar a Portugal, pasamos por Burgos, donde nació mi hermana, y por Ciudad Rodrigo, en Salamanca, donde empecé a ir a la escuela. Vivíamos en una casa cuya salida principal era a la Plaza del Buen Alcalde, donde se sitúa el Palacio de los Condes de Montarco y por la parte posterior se salía a esa maravilla de muralla que abraza todo el casco viejo de la que se conoce como Miróbriga. Allí conocí yo la época del racionamiento, cosa que en Portugal no sufríamos, es más, teníamos de todo, y en más de una ocasión fui yo en Ciudad Rodrigo con la cartilla a comprar el "cuarterón" de tabaco para el tío Paco o el kilo de azúcar o litro de aceite, que teníais que saber qué aceite era. Desde luego de oliva nada y de virgen menos".

>> La llegada a Portugal. "La época de nuestra llegada a Oporto, donde nacieron mis hermanos Fernando, José Luis, Carlos y Javier, coincidió con la Segunda Guerra Mundial y en las ventanas de la casa colocamos tiras de papel adhesivo haciendo cuadrados, papel parecido al que hoy se usa para empaquetar, para evitar que la vibración de los aviones al pasar sobre la ciudad, rompiera los cristales. Los coches, de noche, circulaban con los faros casi tapados cuando sonaban las sirenas. Todo ello debido a que Portugal era país aliado de los ingleses, si bien su participación se debió limitar a prestar los aeródromos. A Oporto llegamos en el año 1940/41 y allí estuvimos 18 años aunque a mí me mandaron a estudiar interno a Salamanca y solo iba en vacaciones, fuera a Oporto o a Espinho, donde mi familia pasaba el verano. La Casa de España tenía su razón de ser porque en Oporto trabajaban muchos españoles, sobre todo gallegos y del ramo de la hostelería. Recuerdo en la Plaza de la Batalha la Pensión Mondariz que era de pontevedreses. En Lisboa , por ejemplo, los mejores restaurantes eran de gallegos, sobre todo de la zona de La Cañiza. Otros españoles, como los hermanos Villar , de Vigo, tenían un gran comercio en la Rúa Sa da Bandeira , en esquina frente al mercado Do Bolhâo, que se llamaba "Triana". En Matosinhos, cerca del puerto, la mayor parte de las conserveras eran de españoles, entre los que estaban Pérez Lafuente, con cuyos hijos llegamos a tener gran amistad. En nuestras visitas a la familia en España, los mejores obsequios eran el café, el bacalao, la piña tropical y, según para quien fuera, unas botellas de Oporto. Hablando del café, teníamos un amigo llamado Carlos Henriques, un chico unos años mayor que yo, pero que comerciaba con todo: cobre que era muy buscado en España; almendra que traía de Mallorca para vender en Inglaterra; café que llevaba por camiones a España pasando por la "raya" ; etc".

>> Entre Oporto y Salamanca. "Durante algunos años, mi hermana y yo coincidimos en Salamanca, ella en el Colegio de las Esclavas del Sagrado Corazón y yo en los Salesianos. Casi siempre que viajaba yo o los dos a casa, lo hacíamos bajo el control de algún funcionario de Policía de los que prestaban servicio en el tren, especialmente en el Lusitana Exprés, que iba de Irún a Lisboa , y de esa forma mi madre se evitaba viajar a buscarnos ya que mi padre no podía "moverse mucho" por su cometido en Portugal. Todos los años, con ocasión de la fiesta del 18 de Julio, el Consulado de España organizaba un cocktail al que asistían todas las autoridades civiles, militares , diplomáticas y empresarios importantes, y el evento tenía lugar en los jardines que tiene el consulado en la parte trasera. El cocktail o "copo de agua" que llaman los portugueses, era servido por "Arrondo y Magariños" , dos gallegos que desde hacía muchos años tenían un obrador de pastelería que se dedicaba a servir a mayoristas o confiterías . Arrondo después se separó y se vino a Vigo donde montó la "Cafetería Marbella" en la calle Colón, lindando con el Banco de Santander, que marcó un hito en ese tipo de negocios en la ciudad ya que era la primera cafetería de cierto rango que se abría en Vigo. Aunque mi padre estaba destinado en el Consulado de España en Oporto, al igual que otro compañero de él apellidado Bugarín estaba en el Consulado en Lisboa, ninguno de los dos dependía del Ministerio de Asuntos Exteriores sino del que entonces se llamaba Ministerio de la Gobernación, hoy Ministerio del Interior. La labor de ellos era informar quincenalmente sobre diversos aspectos de la vida en Portugal, en especial de los movimientos de españoles refugiados allí o de portugueses contrarios al régimen de Salazar. En más de una ocasión, yo viajé con uno de esos informes de Oporto a Tui y en la comisaría de la frontera española hacia entrega del "sobrecito" y me volvía a Oporto".

>> Bachiller ante el Tormes. "En el año 1945 entré como interno en el Colegio de los Salesianos en Salamanca. Éramos unos 300 internos y otros tantos externos. Los internos oíamos Misa todos los días, excepto los domingos que oíamos dos. Llevábamos "guardapolvo" por encima de nuestra ropa y los dormitorios tenían entre 20 y 60 camas, dependiendo de los cursos; las camas, todas iguales, solamente estaban separadas por la mesilla y en la cabecera colgaba una chapa blanca con el número que a cada uno nos habían asignado. La comida se componía todos los días, excepto jueves y domingos, de "cocido" si así se podía llamar aquello, pues la sopa era agua con un cierto sabor desconocido; la verdura era una papa, los garbanzos eran pocos y deshechos; no hablo ya del chorizo que era deglutido y de un centímetro y el tocino que era un cuadradillo casi siempre rancio. El postre era lo más original: dos galletas de las María de entonces, o diez avellanas o cosa parecida. La cena se componía de "sopita" y a veces de un pescado mas negro que la sotana de los curas pues entonces los vagones o camiones frigoríficos eran unos completos desconocidos. En el desayuno teníamos un bollo de pan y una taza o más bien "cunca" de café con leche que en realidad era achicoria con algo parecido a la leche. Pienso que fui de los favorecidos en muchas cosas y por eso mis ocho años de internado lo pasé mejor que muchos otros. Entre los compañeros de esa etapa de internado estaba el andaluz Vázquez, cuya familia vivía en Portugal, y cuyo padre, Blas Vázquez, era el encargado o responsable de la compra del wolfran que los alemanes adquirían en las minas de Portugal para el armamento de guerra que construían durante la Segunda Guerra Mundial".

>> En Inglaterra. "Poco antes de nacer mi hermano Javier, vinimos a Vigo mis padres y yo porque iba a embarcar en el "Highland Princess" con destino a Londres, donde pasé un mes antes de ir a a Cambridge, a estudiar lengua y literatura inglesas, donde estuve casi un año y medio. La vida universitaria en Cambridge era típica y clásica. Todos los universitarios llevaban capa y no se podían desprender de ella fuera de casa o de la residencia. Lo mismo los profesores. Las residencias eran verdaderos monumentos: Kings College, Queens College, Trinity College, a cual más interesante. Vivir en Inglaterra un año largo, supuso un cambio enorme en las costumbres, en los comportamientos y en la cultura, aunque yo ya había estado tres o cuatro años antes de el sur de Francia, pasando un verano en un colegio de jesuitas y ya aprecié un cambio en la mirada importante. Y claro, también en Inglaterra conocí lo que eran unas elecciones generales y lo que suponía votar y el motivo de todo eso. En las elecciones que yo presencié, recuerdo que salió elegido Primer Ministro Sir Anthony Eden".

>> En la Universidad . "Después empecé la carrera de Derecho en Salamanca y residía en el Colegio Mayor San Bartolomé, el colegio Mayor de más prestigio de la Ciudad y donde tuve como director a don Fernando Lázaro Carreter quien , años después, fue Presidente de la Real Academia de la Lengua . En el colegio también residían algunos catedráticos y entre ellos nuestro profesor de Derecho Político, don Enrique Tierno Galván, alcalde que fue de Madrid posteriormente y que ya en aquellos tiempos nos hablaba de los "estados unidos de Europa" o de los "gobiernos supranacionales", lo que hoy es la Comunidad Económica Europea. Durante los estudios en la facultad, abrió en Salamanca la primera academia de idiomas, el American Institute, en plena Plaza Mayor, como digo yo siempre, la plaza mayor más bonita del mundo. Me ofrecí como profesor y me aceptaron y de esa forma pasé a incrementar por mil la "escasa" paga que me daba mi padre".

>> Un abogado viajero. "Acabada la carrera , la mili y toda esa vida fácil y despreocupada, empezó el capítulo de la realidad de la vida en la que es preciso mirar al futuro y resolverlo y para ello me incliné por ejercer la profesión de Abogado. Durante ocho años estuve en el despacho de don Juan José Griñó Rabert como pasante, antes de tener mi propio despacho, tras instalarnos en Vigo. Con el paso de tiempo, formamos pandilla de solteros de oro amigos como Iglesias Ucha, Pepe el de Las Colonias, Enrique Veiga, Gerardo, dueño de la cafeteria Tamanaco, muy de moda, en Policarpo Sanz casi esquina a V. Moreno. La verdad es que siempre tuve gran predisposición a viajar. En los años 50 a Inglaterra y Francia, a la URSS cuando no había pasaporte con España, Brasil, Thaiandia, Honk Kong, Macao, Venezuela, a Guinea tras la caída de Macías, Camerún, Costa de Marfil, EE.UU., ... en fin, para qué seguir, viajé a gran parte del mundo: tengo bajo mis pies muchos miles de kilómetros volados o vistos en coche o en tren, de tal forma que han sido mas de 105 los hoteles donde me he hospedado, casi todos paradores de España, 60 los aeropuertos por los que he pasado, 17 los puertos donde hice escala..."

>> Lions Internacional . "En el año 1972 , juntamente con otros amigos, fundamos en Vigo el Club de Leones, organización mundial cuyo lema "Nosotros Servimos" marcaba nuestra actividad. Durante 42 años trabajamos en pro de las necesidades de muchas personas y organizaciones en Vigo , habiendo sido varias veces Presidente y otras tantas Secretario , así como Gobernador del Distrito".

¡Paciencia!

  • A los bufetes de abogados llegan, a veces, asuntos que tienen más trascendencia por razón de las personas que los plantean que por su importancia intrínseca y que, las más de las veces, ponen a prueba la paciencia y resignación del abogado. Ya se pueden imaginar la cara de sorpresa del letrado que escucha del cliente la pretensión de éste de denunciar al Ministerio de Defensa y al de Interior por la persecución política de que viene siendo objeto. Por lo que decía el cliente, la persecución se realizaba "electrónicamente" (estamos hablando del año 1.984) a través de aparatos que producían al atacado zumbidos en los oídos de los que se derivaban dolores de cabeza, mareos y todo ello sin aparente causa o motivo. Pero tan sorprendente fue oír esa historia como saber que el problema acuciaba al perseguido tanto en su primer domicilio en Barcelona como después en Vigo. ¡Y pretendía acudir al Tribunal de Derechos Humanos.!

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