Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Francisco Luzón : "Cuando despierto pienso en la muerte, pero a los cinco minutos ya estoy disfrutando de la vida"

El exbanquero Francisco Luzón.

Francisco Luzón López ha convertido un problema devastador en un desafío que le ayuda a afrontar cada jornada con un entusiasmo envidiable. Nacido el 1 de enero de 1948 en El Cañavate (Cuenca), fue protagonista de primera fila en la banca española y latinoamericana a lo largo de tres décadas. Luzón desempeñó cargos muy relevantes en entidades como Banco de Vizcaya, Banco Bilbao-Vizcaya, Argentaria o Banco Santander. Asimismo, ha sido promotor de proyectos y plataformas educativas, como Universia. En octubre de 2013, a los diez meses de iniciar su jubilación, le fue diagnosticada una esclerosis lateral amiotrófica (ELA), enfermedad degenerativa de origen muscular que carece de cura y que aboca a la parálisis total del enfermo, afectando a la capacidad de hablar, masticar, tragar y respirar.

El año pasado creó la Fundación Luzón, con la que el exbanquero se propone hacer visible una enfermedad de la que cada año se diagnostican en España más de 900 nuevos casos, y también mejorar la atención que reciben los enfermos y potenciar la investigación. Al cumplimiento de estos objetivos se dirigen los convenios que está firmando con diversos gobiernos autonómicos de España. Dado que a causa de su enfermedad no puede hablar, emplea un reproductor JBL conectado mediante "bluetooth" con su teléfono móvil, y dispone de una aplicación con la que escribe las respuestas y las "lee".

-Cada día se despierta y piensa?

-Pienso brevemente en la muerte. Y lo hago porque estoy seguro de que es un legado de la noche. Me dura poco, porque a los cinco o diez minutos ya estoy disfrutando de la vida. Porque hay que vivir el hoy. El mañana no lo ha vivido nadie...

-¿En qué momento decidió que no sería un enfermo de ELA pasivo?

-Exactamente seis meses después de mi diagnóstico y después de ver durante ese semestre, y sobre el terreno, lo mucho que se puede hacer en España para mejorar la vida de los pacientes y sus familias y para impulsar la investigación.

-¿Cuál es la limitación que más le ha costado asumir?

-Dejar de ser autosuficiente. Yo lo he sido siempre desde los nueve años. Y volver a depender de los demás para muchas cosas como asearme, vestirme, andar, viajar, moverme, es muy duro para mí e imagino que para todos.

-¿Qué situaciones o personas le ayudan más en esta pelea diaria?

-Sin duda alguna, mi mujer y mis hijos. Ellos son el sustento de mi vida.

-¿Alguna situación que le haya conmovido de forma especial?

-Muchas. Ver la situación de algunos enfermos perdidos en la inmensidad del océano de la incertidumbre, sin ser tratados adecuadamente por la sanidad pública, sin recibir ayudas asistenciales a domicilio, sin tener un entorno familiar volcado con ellos... Es demoledor.

-¿Alguna decepción especial?

-Sí, con el Gobierno vasco, que ha decidido no implicarse en este movimiento nacional de conjuntar iniciativas y esfuerzos para mejorar en toda España el tratamiento de la ELA.

-¿Percibe que su actitud da un cierto sentido a una enfermedad tan grave?

-No lo sé. Para mí, como ser humano que soy, tiene todo el sentido del mundo porque estoy comprometido con la sociedad.

-¿Tiene momentos de desaliento? ¿Y de euforia, eso que ahora llaman "subidón"?

-Sí, acabo de escribir un libro que se llama "El viaje es la recompensa". Ahí se recogen todos mis sentimientos desde hace cuatro años. Y ahí puede ver a los dos Pacos: el blanco y el oscuro... Gracias a Dios, todavía hoy la mayor parte de mi vida es de aliento y optimismo. Pero debo reconocer que paso, como todo ser humano, momentos de lágrimas negras.

-¿Qué factores desencadenan unos y otros?

-Sin duda alguna, la enfermedad, que día a día va deteriorando mi cuerpo progresivamente más y más.

-Usted se ha convertido en un estandarte de lucha contra la ELA. ¿Cómo se siente?

-Orgulloso de lo que estoy haciendo, que no es otra cosa que devolverle a la sociedad parte de lo que la sociedad me ha dado a lo largo de mi existencia.

-¿Está cosechando ya los frutos o es una siembra a largo plazo?

-Es una siembra, en algunas facetas, con resultados que espero que empecemos a ver este año, y en otras facetas, en uno o dos años. Lógicamente, en la investigación los resultados, salvo que haya mucha suerte, serán a medio y largo plazo.

-¿Qué avances en la lucha contra la ELA pronostica a corto, medio y largo plazo?

-A corto plazo, demando, y espero que va a haber, un plan nacional de la ELA. Eso, unido a los acuerdos que mi Fundación está cerrando con las comunidades autónomas de España, puede implicar una mejora sustancial del tratamiento de los enfermos en todo el país, tanto en los hospitales como en sus domicilios ya en el año 2018.

-¿Cómo valora el servicio que presta la sanidad pública a los enfermos? ¿Y la privada?

-Tenemos grandes profesionales en nuestro sistema sanitario y buenas infraestructuras, pero lamentablemente no tenemos una organización sanitaria donde el enfermo de la ELA y otros enfermos sean el centro de gravedad. Ése es el cambio que hay que producir: un enfoque de nuestro sistema sanitario donde el protagonista sea el enfermo y no el médico. Desde luego, le aseguro que en el tratamiento de la ELA los mejores centros, a pesar de todo, son los hospitales públicos y no los privados.

-Usted ha sido un destacado profesional de las finanzas. ¿Le parece que los grandes capitales del mundo deberían priorizar más la lucha por la curación de las personas?

-Sin lugar a dudas. Tendríamos un mundo mejor, con más solidaridad. El futuro es medicina y educación. Y algunos políticos desgraciadamente no entienden que sería muy bueno que los capitales privados se involucren también en el apoyo a la salud y a la educación. Si pensasen en los enfermos y no en ideologías, las cosas serían diferentes.

El hombre que habla más que nunca tras haberse quedado sin habla

  • Suele decirse que Francisco Luzón se jubiló del Banco de Santander en el año 2013 con una pensión de 65 millones de euros, de los que pagó a Hacienda un 52 por ciento. Emprendió entonces una etapa en la que daba prioridad a la actividad universitaria y a la consultoría. Tenía 65 años y había conocido de cerca la escasez y la abundancia. Nació en una familia modesta, en la provincia de Cuenca, y cuando tenía cinco años se trasladaron a Cruces (Baracaldo, Vizcaya), donde pasó su infancia con lo justo. En 1966 inició sus estudios de Económicas y Empresariales en la Universidad del País Vasco, con una beca concedida por su excelente expediente. Luego vinieron 30 años en la cresta de la ola bancaria, con un fuerte protagonismo en España y América Latina.Pero le llegó el momento del jubileo. Y a los diez meses del inicio de esa etapa que se preveía más sosegada, en octubre de 2013, le diagnosticaron una esclerosis lateral amiotrófica (ELA). Se topó de bruces con una enfermedad incurable y que promete una calidad de vida nula y un tramo final extremadamente cruel. Fue entonces cuando Luzón echó mano de todo su coraje y creó la Fundación Luzón, que bajo el lema "unidos contra la ELA" constituye un esfuerzo hercúleo que le obliga a sobreponerse cada mañana a las limitaciones que le impone la enfermedad. Por eso, porque quiere que su mensaje suene alto y claro, ofrece entrevistas aunque no puede hablar. Y para responder a las preguntas se vale de un reproductor JBL conectado por "bluetooth" con su móvil. Francisco Luzón ha decidido que la pérdida de la facultad de hablar no va a reducirlo al silencio. Todo lo contrario: ahora se le oye más que nunca.

Compartir el artículo

stats