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ESTELALa peripecia de los gallegos en la antigua colonia de Guinea

Gallegos que vivieron en Guinea Ecuatorial el proceso de descolonización del país evocan sus vivencias de aquellos años convulsos

Pablo y Antón eran unos adolescentes cuando vivieron en Guinea el proceso de descolonización del país africano, con momentos de auténtico pánico entre los españoles que allí residían. Hugo estuvo en una etapa posterior, mucho más tranquila, como cónsul de España en Malabo. Meri y Teresa, tienen un vínculo especial con la antigua colonia española, la primera estuvo casada con un guineano, ya fallecido, y Tere es hija de un natural de Bata que se casó con una gallega. Son algunos ejemplos de la vinculación de Galicia con el país africano, de actualidad gracias a la película "Palmeras en la nieve", basada en la novela del mismo título.

El grovense Antón Briones pasó su infancia y adolescencia en Santa Isabel, hoy Malabo, y fue testigo de los actos de independencia de Guinea Ecuatorial. Su padre, Bautista Briones, que tenía una carpintería en A Pobra do Caramiñal, se había trasladado a Fernando Poo tras la Guerra Civil española, a principios de los años cuarenta. "Mi padre había ido a la isla de Fernando Poo y a Bata a buscar una carga de madera, pero como era muy buen profesional decidió quedarse allí a trabajar, donde nos criamos todos los hermanos", explica Antón, que guarda muy frescos en su memoria los años transcurridos en Santa Isabel. También los recuerda bien su madre Maruja, que tiene 92 años.

Antón nació en 1951 y con dos meses de edad ya estaba en la antigua colonia española, donde permaneció hasta los 8 años, en que regresó a Galicia y vivió con sus abuelos hasta los 12, en que regresó a Santa Isabel; en la capital de Fernando Poo residió con su familia hasta los meses siguientes a la independencia del país, en octubre de 1968, cuando empezaron a desatarse los brotes de violencia, ya con el gobierno de Macías. "Fue un momento de terror y hubo gente que salió de su casa en pijama o en bata para regresar cuanto antes a España, en avión o en barco", recuerda Antón Briones, que en la actualidad regenta un establecimiento comercial en Combarro. En el caso de su familia, tras pasar aquí unas vacaciones, ya no regresaron a Guinea; allí quedó su casa y muchas de sus pertenencias.

En Guinea, el padre de Antón había trabajado con varios carpinteros. "Trabajó primero en la construcción de las cabinas de los automóviles, con madera y cristales; ya en los últimos años se especializó a construir tejados para las fincas de café y cacao de empresas coloniales. También viajó a una pequeña isla para hacer una iglesia de madera y un pequeño cuartel para la Guardia Civil". Tres tíos de Antón, también carpinteros, estuvieron asimismo en Guinea y trabajaron para la Compañía Transmediterránea.

"Era otro mundo -recuerda Antón Briones-. Era un país maravilloso, con un clima tropical, donde se vivía muy bien. De hecho mi padre tenía jornada continua, de seis de la mañana a tres de la tarde; el clima hacía que se trabajara así". En Fernando Poo la población nativa era de la tribu bubi, que hoy en día es minoritaria en el país. "Era una gente cordial y amantes de España; más dificultades había con los que procedían del continente, de Bata, como los fangs, más beligerantes en busca de la independencia".

Entre la colonia española, los propietarios de comercios y terratenientes solían ser personas de Cataluña y del Levante; los gallegos realizaban diversos trabajos en las fincas de café y cacao, así como en carpinterías y talleres mecánicos. Cuenta Antón Briones la anécdota de que en su casa tenían un loro "que saludaba a los gallegos que entraban en gallego y al resto en castellano, como hacía mi padre".

Armado con una pistola

Añade Briones que en la isla "había entonces 60.000 braceros que procedían de Nigeria, que eran los que trabajaban en las grandes fincas, en las que se cultivaba café y cacao. El hermano más pequeño de mi padre, mi tío Antonio, estuvo trabajando de capataz en una plantación y tenía a su cargo 700 braceros; él salía a la finca por la mañana para ordenarlos al trabajo con una pistola en el cinto, pero es que cada bracero tenía un machete? Su mujer no quería vivir en la finca porque tenía un miedo atroz". Más tarde dejó la finca y pasó a trabajar como carpintero para la Compañía Transmediterránea.

Recuerda Antón que en aquella época en los colegios segregaban a negros y a blancos, "los blancos tenían un piso de cemento; los negros, de tierra; recuerdo también que había un cine que no tenía tejado y cuando llovía se mojaba la pantalla". En cuanto a la vida política, coincidió su estancia con "los cinco años que tuvieron de autonomía, y viví la entrega del país por parte de Manuel Fraga Iribarne. Aquel día salí de mi casa por una ventana del baño y conseguí llegar a la famosa Plaza de España, donde presencié en directo la entrega de poderes al gobierno de Guinea e incluso hice algunas fotos. Pude ver cómo algunos nativos arrancaban una estatua que estaba en la plaza y hubo momentos de tensión. Un marinero de una fragata española se fijó en mí -yo tenía entonces 15 años- y me llevaron a casa en un land rover de la Guardia Civil. Mi padre casi me mata".

"Cuando les concedieron la autonomía,-añade-, España había dejado allí un barco para comunicar la isla con el continente. Si no recuerdo mal era el vapor ´Poeta Ariola´, en el que trabajó mi tío Antonio". Relata Antón una anécdota que refleja la falta de preparación de los dirigentes del nuevo país: "Tras la independencia del país España envío al crucero ´Canarias´, que hacía maniobras en la bahía de Santa Isabel. Según me contó mi tío, en una ocasión estaba el presidente Macías y el ministro de Marina en el puente del ´Poeta Ariola´ y con los prismáticos miraban al crucero español; Macías le preguntó al ministro qué tipo de buque era, a lo que respondió: un barco muy grande y que tiene muchos cañones". Por último, Antón Briones señala que su padre también trabajó en la construcción de un nuevo cine, el "Marfil", "que tras la independencia se convirtió en el lugar donde fueron juzgados muchos blancos y opositores a Macías".

El único blanco

El economista y auditor vigués Pablo González Tenorio, al igual que Antón Briones, pasó su infancia y juventud en Santa Isabel, la actual Malabo. Allí cursó todos sus estudios hasta el preuniversitario en el instituto "Cardenal Cisneros", siendo ya independiente el país. "El único blanco de ese curso de Preu era yo -señala-. Todos los demás habían huido con sus familias por el pánico que tenían; fue un éxodo, una escapada masiva ante la inestabilidad del país". Su padre, Luis González Avendaño, se había ido a trabajar a la isla de Fernando Poo en 1957 como funcionario de Obras Públicas. Pablo nació en Vigo, pero con apenas cinco años se fue para Guinea. Allí fue testigo de todo el proceso político del país africano: "Viví allí todas las fases por las que pasó Guinea: colonia, provincia española, autonomía y país independiente. Fui además uno de los pocos españoles que permanecimos en el país después de lograr su independencia", comenta Pablo González.

Regresó a Galicia en 1970, con 18 años, para estudiar en la Universidad, pero su padre continuó en Guinea, a pesar de la tensa situación que se vivía en la antigua colonia española. "A los pocos meses de la independencia del país -recuerda el economista vigués- se produjo un primer golpe de Estado, protagonizado por uno de los ministros de Macías. El presidente consiguió abortar el golpe, pero la población blanca cogió miedo y de 10.000 españoles que había quedaron solo unos cien, y de esos cien solo dos funcionarios, uno de ellos mi padre, que se quedó trabajando para el gobierno de Macías hasta 1974".

Hace un par de años, Pablo estuvo unos meses en Guinea, y visitó la plantación que aparece en la película "Palmeras en la nieve", película que ya ha visto y le ha gustado porque refleja bien la situación que se vivió, "aunque tiene algunos pequeños fallos de localización".

Pablo mantiene la amistad con algunos de sus compañeros de estudios guineanos. Muchos de ellos trabajan allí, "porque el país ha cambiado mucho en los últimos años; se han hecho muchas infraestructuras y hay bastante empleo". Apunta este economista y también asesor fiscal que el país lleva con Obiang Nguema bastantes años "con una evolución muy positiva a nivel económico porque tiene petróleo y gas. Socialmente es una dictadura moderada, porque se permiten elecciones -aunque controladas- y cierta crítica al gobierno. Se han hecho muchas inversiones y es un país muy seguro y pacífico. Es hoy en día uno de los países más seguros de África".

Un viaje muy especial

La auxiliar de clínica Meri Martínez Juara, jubilada del Hospital Xeral de Vigo, viajó el año pasado a Guinea Ecuatorial. Fue un viaje muy especial para ella, porque tuvo la oportunidad de conocer por primera vez la tierra natal del que fuera su marido Ernesto, fallecido hace 24 años. "Cuando nuestros hijos eran pequeños habíamos pensado ir, pero las complicaciones de la vida lo impidieron". El pasado año por fin realizó el viaje, acompañada por un primo de su marido y su mujer, que no habían ido al país africano desde hacía 12 años.

"Estuvimos en Malabo y con la familia de mi marido, así como en la selva y en la plantación que describe el libro de Luz Gabás ´Palmeras en la nieve´, que me había encantado. De hecho habíamos traído a su autora hace tres años a la Semana de Fiesta Africana que celebramos en Vigo la asociación Aida. El viaje a Guinea me recordó muchas cosas del libro, aunque Luz no estuvo en Guinea y describe lo que le contaron su abuelo y su padre", refiere Meri, que colaboró con el Padre Seixas en la acogida e integración de los guineanos que llegaban a Vigo.

Cuenta Meri que el que luego sería su marido "había llegado a España en 1962 con un grupo de 400 guineanos que Franco quería preparar para los ejércitos de Tierra, Mar y Aire antes de la independencia del país. A él le tocó Aviación y estuvo en León, donde trabajó en una azucarera. Después se vino a Vigo a trabajar en la fábrica de Citroën, y fue así como nos conocimos y en 1975 nos casamos". Ernesto falleció hace 24 años tras una larga enfermedad.

La viguesa Teresa Ngundi, hija de guineano y madre gallega, ha viajado al país africano en dos ocasiones, la última el año pasado. Su padre, Carlos, había venido a España, concretamente a Gijón, con una beca de estudios del gobierno franquista. Después encontró trabajo como electricista en Vigo y aquí contrajo matrimonio.

Hace diez años viajó Teresa por primera vez a a Guinea con sus padres y su hermano; allí visitaron a los familiares de su progenitor, en una zona pobre de Bata. El año pasado viajó de nuevo al país africano y visitó a su familia africana.

Teresa, que dirige en Vigo la escuela de baile urbano New Era, no duda en destacar las riquezas naturales del país donde nació su padre, aunque lamenta que "está bajo la dictadura de Obiang y los bienes los tienen unos pocos, mientras que la mayor parte de la población está en la pobreza. Hay petróleo, pero la riqueza no llega al pueblo; media África está así", concluye.

Un cónsul vigués en malabo

  • El vigués Hugo Regojo, nieto del empresario José Regojo, fue cónsul en Malabo entre 1999 y 2002. De su estancia allí guarda "muy buenos recuerdos". En aquellos años Guinea Ecuatorial vivía "un momento bastante estable, poco convulso desde el punto de vista político", señala el diplomático vigués en excedencia. "Sólo había pequeños problemas relacionados con la renovación de permisos de residencia y otras cosillas administrativas; no hubo ningún incidente grave", añade Hugo Regojo. En los años 50, su abuelo José Regojo había sido socio de una empresa que se dedicaba a llevar manufacturas a Guinea e importar madera."Guardo un recuerdo buenísimo de nuestra estancia en Guinea -comenta Hugo Regojo-. Mi mujer y yo fuimos muy felices y mis hijos también, porque nos gusta mucho la naturaleza. Era una vida muy tranquila, con una comunidad española bastante importante, aunque no demasiados gallegos". Padres de cinco hijos, ninguno de ellos nació en Guinea "porque mi mujer, Paula, vino a dar a luz en España, pero a las tres o cuatro semanas volvían para allá".En aquellos años había en Guinea Ecuatorial unos 1.000 religiosos españoles, sacerdotes y monjas, que llevaban colegios y centros de salud o pequeños dispensarios en zonas rurales. "La función que teníamos era velar por la colonia española", concluye el entonces cónsul en Malabo.

Luz Gabás | Autora de la novela "Palmeras en la nieve"

"Mi abuelo decía que los gallegos y los astures eran los mejores para trabajar, y lo cito en la novela"

Luz Gabás, autora del libro "Palmeras en la nieve" -en el que se basa la película del mismo título-, no para de recibir testimonios de españoles que vivieron en la antigua colonia española de Guinea. Ha visto ya tres veces la película y está muy satisfecha de la adaptación de su novela.

-¿Satisfecha de la adaptación cinematográfica?

-Muy satisfecha. La factura de la película es muy buena, y al poner la novela en imágenes, muchos de los españoles que vivieron allí han podido comentar con sus familiares y amigos sus vivencias personales. Se ha complementado la película con el libro. Ya he visto tres veces la película; la primera vez estaba muy tensa, pero en la tercera estaba ya feliz, porque creo que recoge la esencia de la novela, esa intensidad y esa relación entre los dos protagonistas, que representan un poco a aquella relación tan intensa que hubo entre España y a África.

-¿Qué tipo de trabajo desempeñaban los españoles en la colonia?

-Algunos tenían tiendas, otros se dedicaban a la construcción y también había muchos mecánicos, transportistas y conductores. También había mucho trabajo relacionado con la madera... eso daría para otra novela.

-Y su abuelo decía que los gallegos eran muy trabajadores...

-Había muchos gallegos trabajando en Guinea. Al escribir la novela recuperé muchas frases olvidadas en mi mente de lo que me contaron mi abuelo y mi padre, y una de ellas es esa: "los gallegos y los astures, los mejores para trabajar", que decía alguien en el barco; esto me sonaba que decía mi abuelo y es la frase de la novela.

-¿Cómo fueron las relaciones entre los españoles y los nativos?

-Santa Isabel era un puerto franco, un puerto internacional, por lo que había gente de muchísimas nacionalidades. Los trabajadores de las plantaciones eran nativos, pero no de allí: eran nigerianos. Los bubis, nativos de la isla de San Fernando, eran muy tranquilos y pacíficos, mientras que los fangs, que procedían del continente, fueron los que más promovieron la independencia. En cuanto a las relaciones con ellos, ya sabemos lo que es una colonización. También es verdad que la situación no fue igual a finales del siglo XIX, cuando comenzó la colonización, que en los años 50 del pasado siglo, donde había ya negros que estudiaban en el instituto, hombre y mujeres.

-¿Fue muy traumática la independencia del país africano?

-Hubo dos grupos que lo vivieron de diferente manera. Por un lado estaban los empleados, como mi padre, que se fueron con pena por cerrar una etapa de su vida, pero no dejaron allí propiedades. Y por otro lado los que tenían sus casas, sus negocios y sus fincas; esas personas fueron las que más sufrieron, como se ve en la película.

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