José Emilio Silvaje Aparisi, un sacerdote que colgó la sotana, negó ayer en la Audiencia de Lugo ser autor del robo de unas cuarenta piezas de arte sacro -tallas y objetos religiosos- en las trece parroquias que llevaba en los municipios de Ribadeo y Trabada entre 2008 y 2012. El expárroco, que se enfrenta a una petición fiscal de 4 años y medio de prisión, apuntó a la "mala gestión" del Obispado de Mondoñedo-Ferrol y culpó a los sacristanes: "El que no era borderline era subnormal y me robaban dinero de las parroquias".

Con el exsacerdote comparte banquillo un anticuario acusado de receptación, por la presunta adquisición de algunos bienes robados, que afronta una pena de año y medio de cárcel. "Todo lo que me dio era basura", aseguró, incluida "una campana de hierro rota que estaba en un hueco entre nichos" en un cementerio.

La Fiscalía atribuye al exsacerdote el expolio de casullas, imágenes religiosas como una figura de San Francisco y otra de San Cayetano, candelabros, bandejas de plata, cálices, misales o un copón de plata. Objetos que no han sido recuperados por el Obispado.

La defensa del acusado sostuvo que su cliente no se apropió de ningún objeto en las parroquias "sino que realizó inversiones de su propio patrimonio personal que hicieron mejorar esas parroquias". Así, aseguró que los objetos que el acusado llegó a tener en su poder "eran para mejorarlos, hacer labores de restauración o limpieza y no para apropiarse de ellos. No se ha acreditado que haya existido ningún tipo de ánimo de lucro".

El abogado defensor sostiene que a raíz de la desaparición de unas tallas en parroquia de Sante: "La gente empezó a alterarse y en aquel momento José Emilio vivía una situación complicada pues llevaba poco tiempo en la zona, intentando introducir una metodología de funcionamiento que en cierta manera rompía con la forma de actuar tradicional y se le imputaron unos hechos que a lo largo del tiempo se acreditaron que no fueron ciertos".

Silvaje Aparisi dejó claro que renunció al sacerdocio "antes de que ocurriera todo esto y por propia voluntad". Una veintena de testigos, entre religiosos y feligreses, declararán en el juicio que sigue hoy.