Una parte importante de la operativa de la supuesta organización criminal consistía en "aparentar" la comercialización de metales preciosos. Pero lo que se declaraba oficialmente en la facturación no se correspondía con lo que había en los paquetes que circulaban entre España y Portugal. Vigo, según el relato que realiza la Fiscalía en su escrito de calificación, era una de las ciudades clave en el circuito que seguía esta paquetería.

Durante la investigación, ante las sospechas de la irrealidad de esa compraventa de metales preciosos, los paquetes fueron escaneados con rayos X, en la empresa de mensajería, al fin de "intuir" el contenido de los mismos. Y una vez se tuvieron "indicios evidentes" que avalarían que el material declarado con destino a Portugal era falso, se procedió a la apertura de algunas de esas cajas en sede judicial. Los análisis, según desvela un informe del grupo UCO de la Guardia Civil, confirmaron que lo que había dentro no eran los metales preciosos declarados. Lo que encontraron dentro fue sal, cúrcuma, níquel, cobre o zinc.

El "carrusel comercial" de esos paquetes era el siguiente: salían de la empresa del presunto cabecilla de la red en Valencia con destino a Oporto y Río Tinto (Portugal) y desde allí, los integrantes lusos de la organización los reenviaban a Vigo y de ahí de nuevo a Valencia. Y esta dinámica se repetía semana tras semana. Y dentro de las cajas circulaba siempre el mismo material. Se cambiaban las pegatinas de los embalajes para aparentar una actividad real.