"¿Puede decirme el código de desbloqueo de su teléfono móvil?". Con esta pregunta inició el fiscal el interrogatorio al que sometió ayer a Arturo Domínguez Sebastiá, el acusado del doble asesinato de su expareja Beatriz Rodríguez Mariño y del novio de ella Sergio Rodríguez, la madrugada del 3 de julio de 2015, en un monte de Arbo. Y es que para la Fiscalía, los "silencios" del procesado también son claves para explicar la autoría de un crimen que conmocionó a Galicia y cuyo juicio con tribunal popular se inició ayer en la Audiencia de Pontevedra. Señala el fiscal que el código de desbloqueo del móvil permitiría acceder al terminal -de esta forma tan solo se pudieron recuperar datos de la tarjeta- y conocer la posición exacta del dispositivo esa madrugada y no únicamente tener las triangulaciones realizadas por las señales que captaban los repetidores de telefonía de la zona.

Para el fiscal, ante todos los indicios que señalan a Domínguez como presunto autor de los dos asesinatos -algo que el acusado niega desde un principio-, un simple gesto desbloqueando el móvil permitiría al procesado demostrar su coartada accediendo al recorrido preciso que realizó aquella madrugada. "Sin embargo, siempre se negó a darnos el código durante la instrucción" a pesar de que "se lo requerimos en reiteradas ocasiones", explicó el representante del Ministerio Público, Juan Sagredo. Llamó la atención al jurado sobre el hecho tan llamativo de que, si la versión del acusado fuera cierta y aquella noche no hubiera estado en el lugar del crimen como asegura, "lo único que habría tenido que hacer para dejar de estar en la cárcel es darnos un código de 4 cifras y en días habríamos retirado la acusación".

Ayer el fiscal tampoco logró obtener del acusado el código que desbloquea su "smartphone". En primer lugar, Arturo Domínguez aseguró que a él nunca nadie le pidió ese código y posteriormente, cuando el fiscal le insistió en por qué no lo decía, él respondió que "no lo recuerdo", tras insistir en que "llevo 27 meses en prisión no sé por qué".

El acusado mantuvo durante 9 años una relación con la víctima, con quien tuvo una hija que tenía 9 años en el momento de los hechos. El acusado reconoció que tras la ruptura con la mujer la sometió a "vigilancias", aunque no recuerda el número de veces que la siguió. Dijo que "los fines de semana o cuando llovía" no había estas vigilancias. Pese a ello, no se calificó como "celoso ni agresivo". Tampoco cree que sea "posesivo" con respecto a Beatriz.

También reconoció algún incidente con otros dos hombres a los que vinculó con la víctima o que pensó que podrían tener una relación con ella, antes de Sergio. Con el fallecido tuvo un cruce de palabras en Vigo, según el acusado,a raíz de un gesto "provocativo" por parte de la víctima. Reconoce que le dijo que se marchaba del local "porque sino aquí va a haber sangre", pero negó que fuera una amenaza.

También reconoció que llegó a grabar en vídeo a su expareja. ¿La razón? Según declaró, quería "demostrar que me estaba engañando a mí y a su hermana". Aseguró que los seguimientos finalizaron en mayo, cuando vio a Beatriz besando a Sergio y la dio "por perdida". No obstante, dijo que en junio, antes del crimen, su relación con ella era buena y que incluso le habría dado "esperanzas" de que iban a volver quedando con él "varias veces por semana".

Bar

Reconoció que la noche de los hechos acudió al bar en el que trabajaba su expareja, pero insiste en que después se fue a tomar algo con un amigo. Alegó que cuando se produjeron las muertes "yo estaba en Portugal" y que luego regresó a su casa en Padrenda, Ourense, por una vía secundaria, "un puente de los de contrabando" con el objetivo de evitar a las patrullas de Tráfico, dado que había bebido. Declaró que en medio del camino se detuvo en el monte para "mirar si había caza". Luego regresó a su domicilio. Insistió en que no fue el autor de los hechos, que "estaba enamorado" de Beatriz y que "era la madre de mi hija y las quiero a las dos".

El fiscal pide 46 años de cárcel y la acusación particular, 50. La defensa, mientras, demanda la absolución. El letrado insistió en que no solo es que "no haya pruebas" contra su cliente: "Es que lo único que hay es pruebas de que no lo hizo".

Y ayer medio centenar de amigos y vecinos de las víctimas se concentraron a las puertas de la Audiencia para pedir justicia y mostrar su repulsa a la violencia machista.