Rafael Rubén Nuñez Cencerrado, condenado en firme por el Tribunal Supremo a 18 años por dirigir una de las mayores redes de narcotraficantes hispanocolombiana de la última década -que intentó pasar 815 kilos de cocaína por el puerto de Marín- , eligió la ciudad de Valencia, pero la venezolana del estado de Carabobo, para ocultarse de la justicia española. Pero, su estudiada fuga, que se produjo muy poco antes de que se conociera la sentencia del TS, en marzo del año pasado, duró menos de un año. El tiempo necesario para que la Policía Nacional española lo localizara en Suramérica siguiendo el rastro de su actividad "profesional" por excelencia: el tráfico de coca a gran escala. Su imperio se fue a pique el pasado jueves, cuando agentes de la Policía venezolana lo arrestaron muy cerca de la capital de Carabobo gracias a la información de sus colegas españoles. La Audiencia Nacional ya solicitó su extradición.

La Policía le confiscó a la red que dirigía 1.500 kilos de coca: 815 en el puerto pontevedrés de Marín; 587, en el de Valencia; 100 más, en un domicilio; y otros 10 a un correo. Intentó incluso comprar un submarino para hacer crecer su imperio.