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Un juez de Vigo procesa a dos nigerianas por captar a una menor con vudú para prostituirla

Bajo el engaño de que trabajaría como modelo, la joven fue obligada a prestar servicios sexuales en Madrid y después fue trasladada a la urbe olívica - Las acusadas son hermanas

Imagen de archivo de mujeres en la zona de Beiramar. // J.L.

Fue captada en su país, Nigeria, bajo la falsa promesa de que trabajaría como modelo. Y antes de partir le practicaron vudú, un rito que a modo de coacción suelen usar las mafias de explotación sexual de ese país para sumir a sus víctimas bajo el yugo del miedo. Menor de edad, cuando la joven llegó a España se topó con que había contraído una deuda de 60.000 euros que debía saldar prestando servicios sexuales en un club de Madrid. Cuando se negó a seguir haciéndolo, la enviaron a Vigo. En esta ciudad, gracias a que confesó su situación a un hombre con el que conversó en el autobús en el que viajó a la urbe olívica, fue liberada por la Policía Nacional. Esto ocurría en julio de 2015 y ahora, un año después, el caso está próximo a juicio. Y es que el Juzgado de Instrucción número 2 de Vigo ha dictado un auto en el que declara concluso el sumario y eleva la causa a la Sección Quinta de la Audiencia Provincial de Pontevedra, donde se celebrará el juicio una vez la Fiscalía y las demás partes personadas presenten sus escritos de calificación. El juez dio este paso tras declarar el procesamiento de dos hermanas nigerianas, una de las cuales se encuentra en prisión provisional, al apreciar "indicios racionales" de la presunta autoría de un delito de trata de seres humanos cometido con violencia, intimidación y engaño con fines de explotación sexual, otro de prostitución coactiva y un tercero de inmigración ilegal. La víctima tiene la condición de testigo protegida.

Fue una de las investigadas, R.E., la que, en connivencia con personas no identificadas, convenció supuestamente a la menor para viajar a España bajo el "engaño", dice el juez, de que trabajaría de modelo. En Nigeria, antes de partir, a la chica le practicaron vudú. En abril de 2015 viajó hasta París, donde la procesada la esperó, le pagó el avión hasta Madrid y, una vez en ese destino, "le retuvo el pasaporte y le informó que había contraído una deuda con ella de 60.000 euros". Allí supuestamente le alquilaron una habitación en un prostíbulo y prestó servicios sexuales en un club de las Rozas. La mayor parte del dinero era para saldar lo adeudado.

Viaje en autobús

En un momento dado, detalla el auto judicial, la chica se negó a seguir prostituyéndose, por lo que R.E. decidió enviarla a Vigo, a casa de su hermana B.E., la otra procesada. En julio de ese 2015 la menor realizó ese viaje en autobús, donde relató lo que le ocurría a un hombre que iba en el autocar. En la ciudad olívica la trasladaron a un piso de Urzáiz, donde la segunda acusada le dijo que la llevaría a un hotel "para que realizase prestaciones sexuales". Pero gracias a la denuncia que presentó el hombre del autobús, la Policía Nacional la liberó.

Inicialmente en las diligencias, además de las hermanas nigerianas, constaban otra mujer y dos varones también como investigados, pero contra estos tres últimos se archivó el procedimiento. Las principales pruebas de esta causa son la declaración de la víctima, la del testigo y el informe forense.

El rito que esclaviza y aterroriza a las víctimas

Las mafias subsaharianas se caracterizan por usar el vudú, muy arraigado en esos países africanos, para obligar a las mujeres a que obedezcan

  • "Cada vez que se le mencionaba el vudú estaba aterrorizada, se ponía a llorar". Estas palabras expresadas por un policía en un juicio celebrado en 2015 en Vigo contra una organización nigeriana que prostituía a mujeres evidencian el influjo que este ritual tiene sobre las víctimas de estas redes. A la menor liberada en la urbe olívica en un operativo que también acabará en una sala de vistas la sometieron a este rito, que consistió en su caso, se relata en el auto judicial, en la realización de varios juramentos y cortes en su cuerpo "por el que ella se obligaba a obedecer a aquellas personas con las que le vinculaba" el ritual. En su declaración, la chica concretó que también tuvo que beber la sangre y comer el corazón de un pollo muerto.Las redes subsaharianas, especialmente las nigerianas, se caracterizan por usar este ritual con las mujeres de estos países para asegurar "el cumplimiento de un pacto o contrato", afirman las fuentes consultadas. Y estas víctimas creen tan firmemente en el vudú que cualquier problema que atraviesan ellas o sus familias se lo atribuyen a este rito. Por eso es un arma tan poderosa para las redes delictivas. "Las víctimas necesitan mucha terapia y estancia en la cultura occidental para liberarse de la esclavitud que supone en vudú", afirman las fuentes.

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