Llevaba, o al menos de eso hacía ostentación, una vida de lujo. Pero el millonario portugués acusado de intentar matar a su joven esposa Eliza en un hotel de Vigo hizo en el marco de un reciente proceso judicial en su país un relato en el que se declaró arruinado: contó que él y su mujer vivían de los ingresos que ella obtenía como modelo y que el chalé donde residían en Vila Nova de Gaia se lo había cedido temporalmente un amigo. Carlos Inácio Pinto hizo estas manifestaciones ante técnicos de inserción social en lo que en Portugal se denomina relatorio social, y que en su caso fue solicitado por el tribunal de Viseu que en febrero lo condenó a 4 años de prisión por dos delitos de fraude fiscal. En la entrevista dijo que estaba pendiente de una operación por su afección cardíaca y tildó su matrimonio de "estable y gratificante".

El contenido de sus manifestaciones en ese relatorio social fue desvelado por el Jornal de Noticias, diario que indica que Carlos Inácio, el más joven de 8 hermanos, nació hace 56 años en la aldea de Ranhados, en Viseu. "Era de una familia muy pobre; años después lo vi conduciendo un descapotable", contó al periódico luso el presidente de un club de fútbol en el que jugó ese hombre de joven y del que fue directivo.

Este ingeniero -sobre el que ahora pesa una orden de ingreso en prisión dictada por una juez viguesa por el presunto episodio de violencia de género del 2 de mayo- hizo fortuna en los 90, cuando creó la empresa ISO-FC Isolamentos Térmicos, que tenía contrato de exclusividad con una firma española líder en el sector del acero. De ahí, relata el diario, su apodo: Carlos do aço (acero). Pero en 2011 su negocio cerró y desde entonces no trabajaba. Sobre su vida personal, a los 30 años se casó con una profesora y tuvieron hijos gemelos. Se separaron en 2007. En 2009 conoció a Eliza, con la que contrajo matrimonio en 2015.

Y el periódico profundiza en los contactos para el divorcio y para un hipotético "pacto" de no agresión entre la pareja de cara al juicio por el episodio del hotel de Vigo. La joven, con sus padres y un letrado luso, se habría reunido con el abogado de su marido y el acuerdo consistiría en que ambos optarían por el silencio en sus futuras declaraciones en un pretendido intento de vaciar de pruebas el caso. Pero, se relata, la letrada de oficio española de ella le aconsejó mantener la acusación. Eliza es al parecer partidaria de divorciarse y alcanzar ese acuerdo. Habrá otra reunión esta semana.