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Los "errores" que turbaron el caso Deborah

El comisario Galán desgrana claves de la investigación sobre la desaparición y muerte de la joven de Vigo, en la que sobresalió un sospechoso pero que casi 14 años después sigue sin resolverse

El comisario Ángel Galán, ayer en Vigo, con Rosa Neira, la madre de Deborah. // FdV

Ángel Galán vive "obsesionado" con el caso Deborah. Una espina clavada en el currículum de este comisario honorífico de la Policía Nacional que, avanzada la investigación, se puso al frente de las pesquisas sobre la desaparición y muerte de esta joven viguesa que, un 30 de abril de 2002, salió de su casa para hacer footing por Samil y nunca más volvió. Diez días después, su cadáver aparecía a más de 40 kilómetros de distancia, en una cuneta de la C-550 en O Rosal. "Visible" desde la carretera. Sin signos de violencia. Depositado allí con un "mimo", a modo de una especie de "posado", que aún hoy desconcierta a este experimentado investigador - "nunca me encontré con otro caso igual", asegura-. Estaba desnuda, pero con unas hojas, cortadas allí mismo, que cubrían su pecho y su pubis. Y todo ello en una falsa "escena" con pistas trampa que buscaban -y durante demasiado tiempo así fue- "despistar" a los agentes.

Casi 14 años después, para impotencia de su familia, el de Deborah tiene la dolorosa condición de caso sin resolver. ¿Su situación judicial? La de un archivo provisional que Galán, muy crítico con los "numerosos errores y fallos" que condicionaron "desde el inicio" las indagaciones, ve difícil revertir. Y aún así, el comisario tiene muchas certezas. "No hubo violencia, fue una muerte súbita", asevera. Una conclusión que no convence a la familia. La autopsia dejaba abierta una segunda posibilidad: la asfixia, un sofocación con algo "blando" que no dejó huella. Este comisario ya jubilado, siguiendo con su reconstrucción de hechos, considera que quien estaba con la joven cuando murió -alguien "cercano"- tuvo "miedo", "no supo qué hacer con el cuerpo", escondiéndolo durante días en un "sitio fresco, seco y oscuro", probablemente un "arcón", hasta que acabó llevándolo lejos de donde pudieran "relacionarlo" con lo ocurrido. "Alguien le ayudó en eso, estoy convencido", afirma.

Y de los "cuatro sospechosos" en los que se indagó, este experto reconoce que su instinto, y los datos que manejaban, aconsejaron "centrarse" en uno. "Cumplía los requisitos", describe. La misma persona para la que se logró una orden judicial de pinchazo telefónico y a la que Galán llegó a interrogar en sede policial, en presencia de abogado, durante "tres o cuatro horas".

No pasó sin embargo de ese estatus de sospechoso. En aquel interrogatorio esa persona negó que el día de la desaparición hubiese hablado por teléfono con Deborah, cuando las evidencias, cuenta el comisario, decían lo contrario. Su recorrido habitual en coche era por donde se vio por última vez a la joven, pero el sospechoso dijo que casualmente en la jornada de la desaparición, coincidiendo con esos momentos de footing de ella, tomó otro camino...

Familia

Este experto en homicidios -que defiende la tesis de que no hay "crímenes perfectos" sino "investigaciones erróneas"- desgranó ayer cuestiones como ésta, claves en el caso, en un curso sobre investigación de desaparecidos organizado por el Instituto de Probática e Investigación Criminal que dirige y que arrancó este fin de semana en Vigo. En el coloquio intervino el abogado de la familia, Jaime Barreras; la letrada Yasmina Feijóo; y un inspector de la comisaría viguesa, Francisco Planas.

En el auditorio estaban la madre y hermanas de Deborah. Una de ellas contó sobre ese sospechoso que en aquel período clave un vigilante de un parking donde éste había dejado el coche le llamó la atención por el "fuerte olor" que desprendía el vehículo. La versión que dio él, prosiguió, es que se le "descongeló una caja de langostinos". "Se investigó, pero eso desapareció del dossier", afirma esta mujer, que se pregunta con impotencia como, pese a los avances en ADN e investigación criminal, no se pueda hacer "nada más" por el caso de su hermana. "Me sorprende que esté en stand by cuando un asesino, o al menos una persona que dejó de atenderla cuando estaba en apuros, anda suelto", esgrime. La madre de Deborah reconoce que los investigadores "se dejaron la piel en este caso". Pero solicita para Galicia, y no ha dejado de pedirlo en los últimos años, una unidad de Homicidios con "jefes con experiencia".

Galán llegó avanzado el caso desde Madrid. Afirma que desde el principio, desde la desaparición de Deborah y tras el hallazgo de su cuerpo, hubo "errores". "Se hicieron cosas tarde; eso llevó a una mala investigación o al menos no excesivamente bien hecha", resume. Puso ejemplos. Y habló de las pistas falsas halladas junto al cadáver. Como un preservativo usado que al principio se vinculó con lo ocurrido. Nada tenía que ver. Los restos de semen que había en la vagina de la víctima se sospecha que se los introdujeron tras su muerte para, de nuevo, trazar una senda que despistase a los agentes.

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