El terremoto ha reducido a escombros el sueño que un vecino de A Coruña y cuatro amigos habían conseguido convertir en realidad en Nepal. En colaboración con una ONG australiana, lograron construir cinco colegios donde estudiaban entre 800 y 900 niños. Pero el seísmo se ha llevado por delante estas escuelas, ubicadas en Tawal y en otros poblados del distrito de Dhading, uno de los más castigados por la catástrofe. "Las noticias que tenemos son escasas y de hace más de cinco días. No hay electricidad y los teléfonos móviles se han quedado sin batería. En Tawal no quedó ni una sola casa en pie y en las otras aldeas parece que la destrucción ronda el 90%", se lamenta Raúl Acción. Pero él y sus compañeros, pese al duro golpe, no se rinden. Con el claro objetivo de "diseñar un plan" para colaborar en la "reconstrucción" de esos centros, por lo de pronto ya decidieron enviar dinero para destinarlo a lo más urgente ahora: ayudar a una población que se ha quedado sin casas y que precisan "alimentos, cobijo y medios" para empezar de nuevo.

"Lo terrible es que en esta zona y en otras muchas remotas de Nepal no ha llegado la ayuda tras una semana. Los heridos no reciben atención, las víctimas siguen sepultadas y no tienen comida, agua, ni cobijo", afirma Raúl. Con estas palabras, se refiere al lugar en el que él y sus amigos de Madrid y Huesca Diana, Marisa, Alejandro y Alberto viajan todos los otoños desde hace siete años para, junto a la ONG australiana NAFA.COM.AU, dar la oportunidad de estudiar a niños y jóvenes nepalíes. Su trabajo se centra en Dhading, región caracterizada por sus tierras de cultivo y donde, con su labor solidaria, consiguieron impulsar cinco colegios, alguno con escolarización hasta el grado 10 -bachillerato superior, tras el cual hacen una especie de selectividad y obtienen un título-.

"El Gobierno de Nepal tenía escuelas muy pequeñas, y lo que hicimos nosotros y la organización australiana fue construir más aulas y pagar los sueldos de profesores de los cursos más altos", cuenta este vecino de A Coruña, que habla con especial orgullo de quince jóvenes que, gracias a una beca, pudieron empezar a estudiar en la capital Katmandú y formarse para ser enfermeros, profesores...

Pero el terremoto ha asestado un duro golpe a todos estos años de trabajo. "Lo que nos transmiten es que no queda nada de esos colegios", señala Raúl. Tampoco las casas resistieron el terrible temblor, que ha dejado impracticables las carreteras. "Tres días después de la tragedia un helicóptero evacuó a algunos heridos. Pero desde entonces no hubo más ayuda", dice. Las noticias que recibió sobre esos quince chicos becados es que ellos al parecer estarían bien. Pero que todo a su alrededor es drama y desolación.

"Los supervivientes están viviendo en la selva bajo las chapas de zinc que servían de tejado a los colegios. Estamos intentando enviar tiendas de campaña, lonas, comida y medicamentos..., pero se tardará días; han perdido toda la cosecha", relata sobre los habitantes de Tawal y las aldeas cercanas. Lo prioritario ahora, insiste, es ayudar a los damnificados. Él y sus amigos volverán en unos meses, como todos los años, a esta zona de Nepal. A poner su grano de arena para que remonten de esta catástrofe. Y para levantar otra vez unos colegios que, en la medida de lo posible, devuelvan la sonrisa a los rostros de los más pequeños. Y la esperanza.