"Los conozco bien". Con estas palabras, referidas a los acusados, arrancó ayer el relato que realizó en la Audiencia viguesa una de las mujeres que supuestamente cayeron víctimas de la red que, mediante rituales de vudú y otros métodos coercitivos como retener a sus bebés, obligaban a ejercer la prostitución a subsaharianas captadas en su país natal e introducidas en España en cayucos. Esta joven, igual que otra víctima que también testificó ayer, declaró por videoconferencia en calidad de testigo protegido. Y describió los cinco duros años que estuvo bajo el influjo de la organización, sin medios para escapar y sometida a continuas amenazas, para que abonase la deuda de 35.000 euros contraída por el viaje. "Tenía que trabajar de día recogiendo tomates en el campo y prostituirme de noche para conseguir el dinero; habían llevado a mi familia a la casa del vudú y si no pagaban amenazaban con matarme a mí y a ellos", contó.

Su pesadilla comenzó en 2008, cuando fue captada en Mali. Quería salir de su país, "con problemas por la guerra", y le ofrecieron ir a Europa, en un trabajo relacionado con "lavar platos y ropa". Pero ese viaje la llevó primero a Marruecos, donde cayó bajo el influjo de Peter, familiar de los acusados en el juicio que se celebra esta semana en Vigo y que sienta en el banquillo a Joy I., a su esposo Osaretin U. y a su hermano Isaac Frank O.I. En Rabat estuvo un año. "Peter nos mandaba a pedir dinero en la calle; un día pregunté porqué tenía que hacer eso y me pegaron mucho con un cordón de zapato, con un cinturón", aseguró.

"Hoy te vas a Europa", le dijeron un día. Y la mandaron con otras personas en cayuco, embarcación de la que acabaría siendo rescatada por un helicóptero. En España se hizo cargo de ella la principal acusada, Joy I., y la llevó a su casa de Móstoles hasta que la envió a Roquetas de Mar (Almería). "Yo no tenía dinero, ni pasaporte ni nada. Al llegar a Almería me dieron una falda, pendientes, más ropa... y me mandaron a prostituirme a un club; yo no quería hacerlo, pero me obligaron, porque me reclamaban 35.000 euros",dijo. Allí, además de tener que ofrecer servicios sexuales de noche, debía de trabajar en el campo de día, "recogiendo tomates". "No tenía otra solución, me amenazaban con el vudú", indicó.

Y pasado un tiempo la trasladaron a Vigo, en autobús. "Peter me dijo que en esta ciudad, cerca del mar, había mucho trabajo", contó, agregando que tuvo que ejercer la prostitución en O Berbés. En 2011 la identificó la Policía Nacional, pero no fue hasta 2013, con el apoyo de la ONG Faraxa a la que había ido a "pedir preservativos" y a la que acabó relatando su situación, cuando se atrevió a denunciar. "Yo les conté [a la ONG] mi problema y ellos me llevaron a la Policía", afirmó ante el tribunal.

Otra víctima captada en África se quedó embarazada después. El matrimonio acusado se quedó con su bebé; a ella la enviaron a prostituirse a Francia. También le exigían que pagara la deuda y amenazaron con "tirar a la calle" a su hijo, según contó la mujer por videoconferencia. Este menor y otro niño fueron liberados por la Policía en 2013 en la casa en Toledo de Joy I.: habían sido maltratados y presentaban desnutrición.