"Las consideraba como mis hijas y las trataba como tal". Así se defendió J. C. G. del delito de abuso sexual que le imputa al Fiscalía de Pontevedra y que supuestamente cometió contra una de las dos hijas de la que entonces era su pareja sentimental, cuando la menor tenía tan solo entre seis y siete años de edad. Este hombre natural de la provincia de Zamora residía con su pareja, la propia víctima y otra hermana de la menor en la vivienda familiar de la zona de Porriño en donde supuestamente se produjeron los abusos, aprovechando que una de las hermanas acudía a actividades extraescolares.

El acusado lo negó, insistió en que la relación con las dos menores era buena y que nunca sometió a la más pequeña a actos de naturaleza sexual: "Me llevaba genial con las dos hermanas", "incluso ella me pidió permiso para llamarme papá y lo hizo en alguna ocasión", manifestó. No se explica la razón por la que la niña relata los episodios de abusos que le contó a su madre, peritos y psicólogos que la atendieron: "Puede ser que la haya manipulado alguna persona mayor, por celos por la atención que me prestaba su madre" o porque quizá malinterpretó alguno de los "juegos" que tenía con el procesado. Este reconoció que en ocasiones "jugábamos a los médicos o a que venía la ambulancia cuando se hacía daño" pero insiste en que nunca hubo tocamientos de índole sexual.

No lo cree así la fiscal, que solicita a los magistrados de la Sección Cuarta de la Audiencia Provincial de Pontevedra que imponga una pena de cinco años de cárcel para el acusado. Entre otros testigos, ayer declaró la propia menor, a puerta cerrada para preservar su intimidad; y también su madre, quien indicó que compartía domicilio con su pareja hasta que un día su hija le dijo que "tenía un secreto" y se lo contó. Le relató estos tocamientos de índole sexual y la madre echó de casa a quien hasta entonces había sido su pareja y quien hasta entonces había mantenido una relación "buena y sana" con sus hijas.