Auxilio a un menor en peligro. La rápida y efectiva intervención de tres guardias civiles del municipio alicantino de San Vicente del Raspeig, apoyados también por dos policías locales, salvó la vida del pequeño Daniel, un niño de tres años que cayó accidentalmente a la piscina de su casa y fue rescatado inconsciente del fondo por su madre. Los padres están enormemente agradecidos a los agentes y ellos, orgullosos del final feliz de su acción humanitaria.

"Ha vuelto Daniel". Beatriz Gómez y su marido, José Pardo, no olvidarán nunca esta frase que le dijo un médico del Hospital General de Alicante después de que su hijo Daniel, de 3 años, llevara tres días en la UCI en coma inducido. Hasta entonces todo era una incertidumbre sobre el futuro de su hijo, pero el milagro fue posible y en gran parte por la intervención de Patricia, Marco Antonio y Javier, tres jóvenes guardias civiles del cuartel de San Vicente del Raspeig que auxiliaron al niño tras recibir el pasado 24 de septiembre un aviso de un ahogamiento en un chalet de la urbanización Sol y Luz. El menor ha estado nueve días hospitalizado, seis de ellos en la UCI, y la semana pasada recibió el alta, sin que haya tenido secuelas por el tiempo que permaneció bajo el agua.

Su madre fue la que descubrió al menor dentro de la piscina en el chalet donde residen. Eran las tres y media de la tarde y Beatriz estaba terminando de recoger la cocina cuando intuyó algo raro. "¿Dónde está Daniel que no le oigo?", se preguntó. Miró al huerto donde suele jugar y no estaba. Salió corriendo y se llevó el peor susto de su vida. El niño estaba en el fondo de la piscina y "me tiré como una loca para sacarlo".

El padre no estaba en ese momento en la vivienda, pero sí el abuelo de Daniel y un hermano de Beatriz, que llamó al 112. La madre recuerda que "pensé que gritar no serviría de mucho y como pude empecé a realizarle maniobras de reanimación, pero yo tampoco sé bien cómo se hacen". La suerte estaba ese día del lado de Daniel. El aviso al 112 fue remitido a la Guardia Civil y uno de los coches patrulla de servicio casualmente no estaba lejos pese a ser una zona alejada del casco urbano.

"Estábamos cerquita y en 30 o 40 segundos llegamos", relata Marco Antonio. Los tres agentes bajaron de su vehículo y en la puerta del chalet estaba "el abuelo del niño con Daniel en los brazos". Patricia cogió al niño y lo tumbaron para practicarle las maniobras de reanimación. Mientras uno le hacía el masaje otro le daba aire. Así se fueron relevando los tres guardias civiles y luego se sumaron a las tareas Ángel y Alberto, dos policías locales de San Vicente.

Según Marco Antonio, el niño "empezó a echar agua por la boca e incluso comida" y al final acabó abriendo los ojos y recuperó el pulso. El SAMU llegó al chalet y los sanitarios estabilizaron al menor y lo trasladaron hasta el Hospital General. "Tardamos cuatro o cinco minutos en llegar al hospital porque se montó un dispositivo con las Policías Locales de San Vicente y Alicante para dar paso en los cruces a la ambulancia", explica Patricia.

Estos jóvenes guardias civiles son de la misma promoción y en los ocho años de servicio en la Benemérita no se habían enfrentado a este tipo de auxilio humanitario, con la satisfacción añadida del final feliz que tuvo. Marco Antonio señala que "fue todo mecanizado, parecía que lo habíamos hecho toda la vida".

Los agentes mantuvieron la calma desde el primer momento y su actuación fue "determinante, porque los primeros minutos son cruciales". También fue importante la rápida reacción de la madre, cuyo instinto le llevó a buscar al pequeño al no verle en el huerto.

Patricia y Marco Antonio, ambos padres de niños de corta edad, no pensaban en otra cosa que reanimar a Daniel, que "estaba en parada cardiorrespiratoria cuando llegamos". Estaba ahogado, pero sus masajes fueron milagrosos y el niño reaccionó. Al insuflarle aire "noté el frío de una persona que está muerta", afirma Patricia, quien junto a sus compañeros, mientras hacían las maniobras de reanimación, solo pensaba en que "lo que importa es que el niño viva".

"Lo sentimos como nuestro y forma parte ya de nuestras vidas", afirman los agentes, quienes tras su intervención han acudido luego al hospital y a la vivienda para interesarse por la evolución de Daniel. El menor, sin embargo, parece ajeno a la gravísima situación vivida por su familia. Los padres están "agradecísimos" a los agentes y a los médicos que atendieron a Daniel. "La Guardia Civil no está solo para poner multas", afirma el padre. José y Beatriz, más relajados tras la "milagrosa" recuperación de su hijo, creen que el ciudadano debería aprender primeros auxilios porque salvan vidas.