Violento, con numerosos antecedentes por secuestro, detenciones ilegales y violencia de género, Antonio Ortiz se dedicaba a cobrar deudas de un negocio de compraventa de coches llegando a amenazar y extorsionar a los clientes que no pagaban lo que debían.

En su vida de depredador sexual de menores, se cuidaba de no dejar huellas y cambió el modus operandi al sentirse acorralado. Hace dos semanas huyó a Santander, pero la Policía le seguía la pista. Ya sabían que tenía acceso a distintos vehículos por su trabajo, y pudieron vigilarle durante días.

El Citroën Xsara que utilizó en dos de los raptos había sido captado por una cámara de seguridad. Aprovechando que constaba una orden de embargo sobre el turismo, la Policía aprovechó para comprobar la identidad del propietario anterior y realizar análisis de ADN antes de que el dueño del negocio se presentara para aclarar que todo estaba en orden. Para entonces los agentes ya tenían a Ortiz en su punto de mira.

El supuesto pederasta de Ciudad Lineal no tenía ninguna relación con sus víctimas ni las sometía a seguimiento. De hecho, las tres tentativas de secuestro que se le imputan son casos en los que trató de abusar de las menores sin éxito; eso no le desanimaba y el mismo día acudía a por otra víctima. Utilizaba narcóticos para sedar a sus víctimas y bañaba a las niñas cuando todavía estaban drogadas, antes de abandonarlas, para no dejar rastro, pero cambió de forma de actuar cuando se hicieron públicos estos datos.

Vecinos y padres de escolares de Ciudad Lineal respiraban ayer con gran alivio y satisfacción. El depredador sexual había sido cazado y la tranquilidad vuelve al barrio.

Su detención ayer por la mañana ha sorprendido a los vecinos de la familia en el barrio de Hortaleza, que veían ayer como numerosos agentes realizaban el registro de la vivienda. También a los vecinos de su familia en Santander, aunque en este caso sus allegados conocían ya la condena previa por abusos a una pequeña de 6 de años y otros de sus tropiezos con la Justicia.