La declaración de dos testigos, incluida una menor compañera de Asunta Basterra Porto, que vieron a la pequeña asesinada con su padre sobre las seis de la tarde el día del crimen en las inmediaciones de su domicilio en Santiago de Compostela, cuestiona la coartada de Alfonso Basterra, que mantuvo que se quedó leyendo toda la tarde en su casa cuando su exmujer y la niña se fueron de su domicilio, sobre las 17,20 horas tras comer juntos.

Concluidas las declaraciones de testigos solicitadas hasta la fecha y a la espera de pruebas forenses y otras psiquiátricas de Rosario Porto, la investigación intenta llenar la hora previa a la muerte de la niña, la única que queda en blanco y tratan de determinar qué hicieron la pequeña y sus padres entre las 17.20 horas que Asunta abandona el domicilio de Basterra sola, seguida diez minutos después por su madre, y las 18.18 horas en que ambas son grabadas en el Mercedes de Rosario Porto camino de la finca de Teo. Demasiadas idas y venidas de los tres sin un rumbo demasiado claro para los agentes que investigan el caso. ¿Qué hicieron en esos sesenta minutos?

Los investigadores sospechaban que Basterra pudo colaborar con su exmujer en el traslado de Asunta a la casa de Teo, a solo 5 kilómetros de la pista forestal en la que apareció su cuerpo la madrugada del 22 de septiembre. De ahí la importancia de los nuevos testimonios que lo sitúan con Asunta en General Pardiñas.

La niña fue sedada con una dosis tóxica de Orfidal y, ya vencida su voluntad, la asfixiaron, según el informe toxicológico y la autopsia. Por eso el juez Vázquez Taín sitúa a sus padres con la pequeña en el momento de la ingesta de la droga, posiblemente en casa de Basterra, y a su madre con la pequeña cuando fallece, entre las 19.00 y las 20.00 horas.

Una hora en blanco

La investigación se centra ahora en la búsqueda de pruebas que permitan demostrar que Alfonso Basterra abandonó su casa aquella tarde tras la comida. y llenar la hora en blanco. Las decenas de grabaciones visionadas no muestran ninguna imagen suya hasta las 21.30 horas, cuando visiblemente nervioso -en una actitud fingida y situado para ser grabado, según los investigadores- la cámara de una entidad bancaria próxima a su domicilio le graba esperando a Rosario para ir a denunciar la desaparición de Asunta en la comisaría. Antes de esa hora, momento en que asegura su exmujer le comunicó la desaparición, el padre de Asunta realizó una docena de llamadas a los teléfonos móviles de ambas, pero nadie le respondió. El teléfono de la niña estaba en su domicilio compostelano, y el de su madre "se murió", según ella misma confesó al juez porque se le acabó la batería.

A la espera de que el magistrado cite a declarar a la persona que podría haber dejado el ordenador y el segundo teléfono móvil en la casa de Alfonso Basterra, al parecer ha sido ya identificada por varios testigos, las declaraciones a testigos han concluido. El abogado defensor de Rosario Porto explica que ahora están pendientes de algunas pruebas forenses, y de las pruebas psiquiátricas a Rosario Porto en el Imelga. De las siete revisiones previstas se han realizado dos, ya que la del pasado viernes se pospuso para que la madre de Asunta pudiera ejercer como abogada en las testificales que hubo ese día, aunque se quedó dormida.

Grabaciones en calabozos

Entre las pruebas forenses faltan por practicar las solicitadas por las partes y, especialmente, que se aclare si hubo o no contaminación en los laboratorios de la Guardia Civil de Madrid en relación con los restos de semen localizados en la ropa de Asunta. José Luis Gutiérrez Aranguren reclama además "que nos entreguen íntegramente las grabaciones", en alusión a la realizadas a los padres de Asunta en los calabozos de la Guardia Civil.