La fabricación se centralizaba en el norte del país luso, donde se concentra el sector del textil y el calzado portugués, y en la mayoría de los casos en sus instalaciones se compaginaban la producción de artículos legales con la elaboración de los falsos. Los agentes investigaron 37 plantas en Guimaraes, Barcelos y Fafe, controladas presuntamente por marroquíes que enviaban los artículos a Xinzo.

Desde la villa limiana, la mercancía falsa partía en miles de paquetes que recibían los "delegados zonales" repartidos por toda España. Solo a Madrid llegaron 1.550 envíos. Estos hombres de confianza eran también los encargados de recaudar los ingresos procedentes de la venta de la ropa y calzado falsos y depositarlos en cuentas bancarias de testaferros. Estos depósitos nunca superaban los 3.000 euros, lo que se denomina "pitufeo". De forma casi inmediata, este dinero era extraído en cajeros automáticos de Xinzo y su zona por los jefes de la organización, utilizando tarjetas y libretas de cuentas a nombre de terceras personas.

En Vigo no hubo detenidos ni registros, pero llegó ropa falsa de esta red que se vendía en puntos como A Pedra.