Dos años de prisión por un delito contra la seguridad vial y otro de omisión del deber de socorro, así como la retirada del carné de conducir. Esta es la pena que solicitó ayer la fiscal para un joven conductor vigués acusado de conducir ebrio y darse a la fuga tras empotrarse contra dos vehículos parados ante un semáforo en rojo en la Gran Vía de Vigo y dejar tras de si tres chicas heridas el 17 de agosto de 2011 sobre las 11 de la noche tras un partido Madrid-Barça.

La Fiscalía sostiene que el vehículo del acusado, propiedad de su abuelo, adelantó en Gran Vía por la derecha a un turismo y al incorporarse al carril del centro se encontró con un Twingo parado tras un taxi ante un semáforo en rojo. Colisionó con el coche, al que lanzó contra el taxi, y después se fugó sin parar a preguntar si había heridos. Las chicas que viajaban en el Twingo precisaron asistencia sanitaria y fueron evacuadas en ambulancia. Otros conductores y testigos anotaron la matrícula del coche causante del accidente, y dos de las víctimas la memorizaron. Cuando la Policía llegó a casa del joven, tres cuartos de hora después, éste no estaba pero llegó enseguida tras llamarle su madre. Los agentes explicaron en la sala ayer que tenía síntomas de ebriedad y aseguró que él no conducía, sino que iba con un amigo del que no supo facilitar su identificación ni tampoco la forma de localizarle.

Pese a que cinco testigos, incluidas las víctimas por videoconferencia, declararon en el juicio que el coche se dio a la fuga, el conductor y su acompañante manifestaron ante la magistrada de Penal 1 que pararon el coche y éste último bajó y al no dar importancia a lo ocurrido siguieron su marcha. La fiscal solicitó al concluir la vista que se deduzca el testimonio del amigo del acusado, a quien acusará de falso testimonio "por mentir en favor del conductor".

El acusado, Manuel M.S. admitió ayer ante la magistrada que era el conductor del coche que causó el accidente, pero negó circular ebrio. Dado que la prueba de alcoholemia practicada una hora después del siniestro arrojó una tasa de 0,86, alegó que consumió tres cervezas y un cubata en un bar tras el accidente. Negó también haber ocultado el coche, aunque acompañó a la Policía a una calle sin salida situada a un kilómetro de su domicilio donde lo había estacionado "para no pagar la ORA".

La declaración de su acompañante, en evidente contradicción con los testigos incluida la conductora a la que adelantó por la derecha poco antes del accidente, llevó a la magistrada a advertirle de que como testigo estaba obligado a decir la verdad. Ante las preguntas de la juez se reafirmó en que se bajó del coche, e incluso apostilló que si volvía a sufrir un accidente también se marcharía "porque miré por encima y no era nada grave". Ninguno de los afectados pro el siniestro reclamó responsabilidad civil, ya que todos han cobrado por los daños y lesiones de sus compañía de seguros.