Emilio Pérez Pazos, de 56 años de edad y vecino de Atios (O Porriño), uno de los imputados en el robo de la rotativa del diario Jornal Cardeal Saraiva, de Ponte de Lima (Portugal), manifestó que el portugués Paulo J.F.V. le encargó el transporte de 700 kilos de barras de hierro, por el que cobraría 100 euros. Afirma que es inocente del hecho que le imputan, al igual que lo son su hijo menor, su sobrino y Jesús P.P., que les acompañaba. Reclama que se investigue a fondo el caso, para su total esclarecimiento.

Afirmó que recogieron el hierro en la ferigresía de Estoraos, a varios metros de distancia de una nave, refiriéndose a la que, según el director del periódico, guardaba la rotativa valorada en 100.000 euros que se iba a estrenar en verano. El hijo menor del transportista, Brais, de 16 años, les acompañó en el viaje porque "quería conocer Portugal", dijo su padre.

El hombre percibe una pensión de invalidez por pérdida de audición en un 60 y un 80%, a causa de la profesión de palista que ejerció. Ahora realiza trabajos de transporte con un camión Nissan para mantener a la familia: su mujer y sus tres hijos de 9, 16 y 23 años. Aceptó este trabajo que le propuso "por vez primera" el portugués Paulo Jorge F. V., porque es primo de su sobrino Aitor P. A., de 19 años, que les acompañaba y ahora está imputado en el mismo caso, junto a Jesús P. P.

Emilio Pérez afirma que llegó hasta el lugar guiado por el portugués, del que "ya desconfiaba" y que se encuentra en paradero desconocido después de la primera declaración ante el juez. "Cargamos los 700 kilos de barras de hierro Paulo, Jesús y yo, mientras Aitor y Brais estaban tomando un refresco en un bar", aseguró. Iniciaron el viaje y cuando iban hacia Valença do Minho, agentes de la GNR portuguesa pararon al Renault que conducía Paulo, quizás, dice, "porque sospechan de él en relación con unos robos que hubo en la zona". Criticó la forma en que fueron tratados: "Yo insistí en todo momento en que solo era transportista".

Su hijo menor le contó que llegaron a amenazarle cuando estaba esposado, una experiencia por la que tiene que recibir "atención psiquiátrica", dijo su padre. El destino del hierro, para vender por kilo, era una chatarrería de As Neves, ya conocida por Emilio Pérez. La visitó el viernes y supo que el portugués Paulo J.F.V. había llevado mucha más chatarra de ese tipo, según le contó el encargado.