Las escenas de dolor fueron las protagonistas desde antes de las cuatro de la madrugada en el muelle de Queirugas, donde cientos de personas se arremolinaron a la espera de noticias de los primos Torres y de su compañero y amigo José Manuel Pérez.

"Unas quinientas personas llenaban la explanada, entre familiares, amigos, pescadores y conocidos", describió el jefe de Protección Civil, Lorenzo Tomé. El pequeño puerto pesquero enseguida fue escenario de dramáticas escenas, ya que varias mujeres tuvieron que ser atendida por los equipos de las tres ambulancias que se trasladaron hasta el lugar para atender las esperadas crisis. En el lugar había varios familiares directos muy afectados por el drama y también se desplomó la prometida de Benigno, incapaz de encajar el duro golpe que acababan de comunicarle.

El resto de la jornada continuó en la misma tónica, tanto en Santiago, donde se les practicó la autopsia a los fallecidos, como luego en el tanatorio de Ribeira, donde cientos de amigos acudieron a tributarles ese último homenaje.

Todos ellos recuerdan que era una noche muy fría de otoño, en la que arreció un fuerte y congelador viento del norte. En el mar, sólo una leve marejadilla ponía de manifiesto que esa noche se produjo una desgracia que nadie olvidará ya en Porto do Son y que sumió al pueblo en el dolor.