Manuel Charlín Gama ya está en libertad. Poco antes de las 8.30 horas de ayer salía de la cárcel de A Lama y se subía a un Audi A3 negro conducido por un joven. El narcotraficante llevaba 20 años en prisión y no pisaba la calle desde 1997.

A media mañana, el patriarca del clan de los Charlines pudo reencontrarse con su esposa, Josefa Pomares Martínez, en la vivienda que ambos construyeron en Cálago (Vilanova) y a partir de ese momento fueron llegando a la casa diferentes familiares.

Manuel Charlín, de 78 años, rehusó hacer declaraciones a la salida de la prisión, pero posteriormente comentó a este periódico que durante su estancia en A Lama intentó siempre mantenerse activo “y ocupar todo mi tiempo”. “En la cárcel lo único que hacía era cuidarme para el momento de salir”. El patriarca del famoso clan de Vilanova sale de la cárcel licenciado, es decir, con todas sus condenas cumplidas. Por un alijo de 600 kilos de cocaína introducido en 1989 por Muxía le condenaron a 20 años, y a 13 por blanqueo de dinero. La abogada que lo asistió en el proceso de licenciamiento, Bárbara Royo, explica que en su día presentó un recurso, a raíz del cual el Tribunal Supremo acumuló las dos condenas a un límite máximo de cumplimiento de 30 años.

Posteriormente, presentó otro recurso de casación ante el Supremo, al considerar errónea la liquidación de condena que había efectuado la Audiencia Nacional. Dicho recurso fue aceptado en febrero de 2010, y el Tribunal Supremo ordenó a la Audiencia Nacional que efectuase una nueva liquidación “en la que se computase el tiempo de preventivo que sufrió en el proceso por blanqueo de capitales mientras cumplía condena por un proceso por narcotráfico, de tal manera que estos casi cuatro años en los que coincidía en prisión como preventivo y penado se computasen para las dos causas”, explica Royo.

Preguntado por las últimas horas en prisión, Charlín Gama cuenta que la noche del viernes estuvo viendo un debate político en televisión, y que se acostó sobre las 23 horas. “Dormí dos o tres horas”, detalla. A las 5.30 de la madrugada de ayer se levantó para ducharse y preparar sus cosas. “A las siete ya estaba listo”.

Fuera de A Lama le esperaban el joven que había de llevarle a Vilanova, así como una decena de periodistas gráficos y cámaras de televisión. Ya en su casa, el patriarca contó que durante su estancia en A Lama procuró mantenerse siempre ocupado para matar el tedio y cuidar su salud. “Por la mañana hacía gimnasia, e iba al polideportivo tres veces a la semana”, relata. En esas instalaciones jugaba al frontón y hacía una combinación de ejercicios gimnásticos que él denomina tráiler.

También aprovechó para aprender carpintería, lo que le permitió confeccionar docenas de maquetas de madera, como hórreos -uno de ellos decora el jardín de su casa de Cálago-, barcos o casas de muñecas.

Charlín Gama cuenta que también trabajaba. Limpió baños y galerías, y durante siete u ocho meses formó parte del taller de mantenimiento de su módulo, por lo que realizaba pequeñas reparaciones. Personas que le conocieron dentro de prisión afirmaron de él que “pasaba totalmente desapercibido”, y que “nunca creó ningún conflicto”. A este respecto, Bárbara Royo afirma que también fue merecedor de varias notas meritorias y recompensas por buena conducta. “Lo que me interesaba era estar en actividad, porque yo no sirvo para esperar sentado”, relata Charlín Gama.

La “Repesca”

El patriarca de los Charlines también habló de su imputación en la Repesca, la operación contra el blanqueo de dinero procedente del narcotráfico que puso en marcha hace quince días un juzgado de Vilagarcía de Arousa.

En ella fueron detenidos seis miembros de su familia -cuatro hijos y dos nietas-, para quienes la juez dictó un auto de prisión eludible bajo el pago de 30.000 euros de fianza. La mayoría ya la pagaron y recobraron la libertad, salvo Melchor Charlín Pomares y su hermano Óscar. Éste último sí reunió el dinero para salir libre, pero continúa preso porque le retiraron el beneficio del tercer grado.

Manuel Charlín, su esposa Josefa Pomares y la hija de ambos, Josefa, también figuran como imputados en esta operación. Por ello, es probable que en próximos días el patriarca tenga que acudir al juzgado de Vilagarcía a declarar. Sobre esto, Charlín apunta que “yo estaba en el régimen FIES (Fichero de Internos de Especial Seguimiento) y eso significa estar controlado todo el día. Lo tenía todo intervenido, las conversaciones telefónicas, las cartas, los vis a vis... y yo lo sabía. ¿Cómo podía dirigir nada desde la cárcel en esas condiciones?”.

Finalmente, Bárbara Royo asegura que sí le parece “muy casual” que se inicie la Repesca “justo” cuando Manuel Charlín estaba a punto de convertirse en una persona libre.